Capítulo dos: Sentimientos encontrados

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Narra: Yolanda.

-Veo que la resaca está peor de lo que imaginaba-con una amplia sonrisa. Toma asiento justamente a mi lado, se encontraba sudado y la gris playera, me ayudaba a ver su esculpido y tan bien tonificado cuerpo.

-¿Adónde fuiste tan temprano?-le pregunto un tanto curiosa. Con lo que excesiva cantidad que ingerimos anoche de alcohol. Yo juraba que hoy cuando me despertara, lo encontraría o en el sofá o a un costado de la cama-creo que debí medirme un poco anoche. Gracias por no votarme de tu cama anoche. Se que cuando me encuentro ebria, suelo ser un tanto fastidiosa-el suelta una gran carcajada. Para así solo dejar sus auriculares aún lado y enfocar su mirada en mi.

-Lo dices como si hubiéramos pasado la noche juntos. Además, si hubiera sido así. No sería como la primera ves.

-Antes de que comiencen de hablar de sus aventuras-no era necesario tener que darme la vuelta. Para saber a quién le pertenecía esa voz, con mis manos. Rápidamente acomodo mi flequillo, no podía creer que algo como esto, me estuviera ocurriendo de nuevo-permitanme irme antes-el pelinegro se acomoda aún costado del sofá. Su penetrante mirada color café, aún causaba que mis nervios y sensaciones se pusieran de punta. Ya habían pasado más de tres años, desde la última ves que me prometí a mi misma olvidarme de el. Promesa que solo e roto durante todos estos años, ya que jamás logré dejar de amarlo de esta forma.

Oliver era mi amor platónico desde que tenía catorce años. El fue mi primer beso y la causa de que me partiera una pierna cuando tenia diez, es más. Creo que ya a esa edad, sabía que sentía profundos sentimientos hacia el. Oliver, como todos nosotros.

Se saltó unos cuantos años en la preparatoria. Se graduó mucho antes de que cumpliera los veinte años, y ahora mismo, a sus veintidós años. Es reconocido como el mejor reumatólogo y traumatólogo infantil a todo nivel mundial. Es muy sereno, pero masculino al mismo tiempo. Posee el cabello negro más hermosos que jamás he visto, pómulos perfectos. Grandes hombros y una altura excelente, es sexi en todo el sentido de la palabra. Y aunque estoy consciente de que lo e amado todos estos años. Jamás se lo e dicho, siento que sería una pérdida de tiempo. Sobre todo, aceptando que a la única que realmente a amado, es precisamente a mi hermana. Yisel. Es perfecto para mi parecer, alto, un abdomen marcado, sonrisa encantadora, ojos color café y cabello negro. Es perfecto para mi en todos los ángulos posibles.

-¿Que haces tú aquí tan temprano, no se suponía que tenías pendientes un par de citas?

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-¿Que haces tú aquí tan temprano, no se suponía que tenías pendientes un par de citas?.

-Y así es. Pero necesito que vallas conmigo.

-¿Y eso porque, si sabes que hoy es mi día libre cierto?-este sonríe con ternura. Para así solo acabar asintiendo.

-Lo sé mejor que nadie.

-Que bien. Como también debes saber mejor que nadie, que no me gusta que me molesten en mis días libres.

-Vamos Danilo. Solo serán unos cuantos minutos, además. No creo que interrumpa nada entre ambos-el nos observa a ambos. De una forma tan coqueta, que solo me hizo sentir avergonzada. Dejo aún lado mi te, para así solo mirarlo con horror.

Por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora