Capitulo cinco: Vergüenza

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Narra: Yolanda.

Me levanto con la respiración un poco acelerada. Y los recuerdos de la noche anterior me recordé el motivo de mi desnudes.

*Flash*

6 horas atrás.

-¿Estas seguro de querer hacer esto?-a duras penas lograba mantener el equilibrio. Y de la nada, se abalanza hacia mi, para así solo acabar pegando sus labios a los míos. Quedé completamente paralizada, está era la primera vez, luego de tantos años. Que lograba sentir sus carnosos labios en los míos. Deseaba devorarlos, pero este se aleja de mi, mucho antes de que tuviera la oportunidad de reaccionar a tal beso. Se aleja de mi, para así acomodar un poco su camisa y salir del taxi. Al bajar, paraliza su paso. Salgo del taxi, para así ir detrás de él. Ahora comprendía el por qué de su estado de shock. Hay se encontraba mi hermana, besándose desenfrenadamente con Marco. Y era como si Oliver ya no estuviera ebrio, podía notar el dolor en su mirada. Y hay me encontraba yo a su lado. Como siempre, estaba como aquel hombro en el cual puede llorar por el amor de mi hermana, sin saber. Que cuando el sufre por ella, mi corazón está haciendo exactamente lo mismo, pero por el.

Él rubio se baja del taxi. Pare así hacer que el pelinegro se adentrará una vez más al taxi. En pocas palabras, Danilo y yo acabamos llevando a Oliver a su departamento, o mejor dicho. Al llegar hay, el rubio fue el que se encargó de subir al pelinegro a su departamento y acomodarlo en su cama. Mientras que yo me encontraba en el asiento trasero del taxi, luchando ferozmente con mis sentimientos. Y buscando una manera de poder lidiar por mucho más tiempo con todo esto que está ocurrido adentro de mi.

Al cabo de unos cinco minutos. El rubio baja del departamento, para así solo acabar adentrándose a el taxi nuevamente.

-A está dirección por favor-y antes de que pidiera entregarle la dirección de la casa de mis padres a el taxista. Soy yo quien lo detiene, tomándole de su muñeca derecha, el enfoca su mirada azulada en mi con confusión. Si había alguien que estuviera completamente sobrio en este caso. Ese era Danilo, o bueno, quizás lo está un poco más que yo.

-¿Puedo quedarme esta noche en tu departamento?. Es que no deseo llegar a esta hora a casa y luego justificar mi estado a mis padres-y no se trataba de que estuviera ebria. Sino, de que me encontrara nuevamente destruida por dentro. Necesitaba gritar, llorar, de alguna u otra manera. Lograr sacar todo esto que llevo adentró, que solamente me está destruyendo de gran manera por dentro. Estoy tan cansada de ser tan invencible para el, de no tener el valor suficiente como mujer. Como para que alguien esté realmente interesado en mi.

El viaje duro menos de lo que pensé que tardaría. O quizás, seme hizo de esa manera, ya que no había logrado salir de mis pensamientos y sentimientos, durante todo el trayecto al departamento del rubio. El se encargó de pagar el taxi, para así ambos salir de él y adentrarnos a su departamento.

Como una frágil pluma, herida por las espinas de la rosa más hermosa. Era precisamente de esa manera como me sentía. Intentaba manejar todos estos sentimientos que habitan ahora mismo dentro de mi. Pero no puedo, no logro procesar todo esto que estoy viviendo.

-¿Quieres algo de tomar?-y sin poder retenerlo por mucho más tiempo. Explotó en llanto, el rubio se inclina hacia mi, para así proceder a limpiar mis lágrimas con las yemas de sus dedos pulgares-sacalo todo. Yo estoy aquí-me pongo de puntillas. Para así unir nuestros labios. Necesitaba poder sentirlo.

Sabía que Danilo no era nada parecido a Oliver, en ningún aspecto físico. Que cuerpos no es de la misma estructura. Pero por lo menos, haría que me sintiera un poco más querida. Aunque sea, por ese preciosos mujeriego de cabello rubio, ojos azules y sonrisa irresistible para las chicas. Por un momento pensé que me alejaría de esto.

Por amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora