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La dura realidad me golpeaba una vez más, susurró al oído que me era imposible escapar de mi destino. Si, al igual que los demás Fénix de mi especie, tenía un compañero de por vida. Y, mientras más buscaba una explicación al porqué de su negativa, más me sucumbia ante una oscura sensación de soledad.

Mientras más vigilaba a la mundana en la distancia, más notaba la presencia de mi compañero cerca. Alec podía sentir mi presencia cerca, su mirada buscando mi presencia era un detonante de alerta para no acercarme más de la cuenta.

En el trascurso de unos dias aprendí algo realmente importante sobre Clary. A la mundana no le importaba poner en riesgo a las personas que la apoyaban en toda esta travesía, su único fin era conseguir aquello que más anhelaba. En este caso su madre. La mujer había caído bajo las cadenas de una antigua y poderosa poción. Valentine la tenia bajo su cuidado y dudo mucho que Alec siquiera persiguiendo a Jace y a Clary. Pero , por lo que notaba, Simon... un amigo de la mundana, se había unido a la fiesta.

Los archivos que me habían mandado mi Tío, ayer por la tarde, aclaraban alguna que otra duda. Pero había más en este enriedo de misterios que me llevaban a preguntarme ¿ que era lo que en verdad quería este Cazador de sombras?

No había duda que su principal objetivo era exterminar a todo subterraneo existente sobre la tierra, y para ello necesitaba la copa mortal. Y su hija se encontraba en camino a dársela. Puede que no se diera cuenta de ello, pero eran sus acciones la que hablaran por ella.

Al caer la noche, nuevamente me cambie para ir de vigilancia. No podía hacer nada más que vigilarla. Mis órdenes eran esas y, tratar que la Copa no llegue al Cazador, por supuesto.

Al caer las diez de la noche, me metí a bañar, el agua caliente aliviaba mucho las tensiones de mis hombros. Mi gemelo no se había comunicado, ni mi madre y a decir verdad, mi Tío no era de esas clase de personas que se preocuparan por ti. No teníamos ese estilo de conexión. Solo me hacía llegar la información y desaparecía.

Por lo que tenía entendido, el equipo de Alec y la mundana, irían a visitar a Magnus. El gran brujo se encontraría de fiesta en uno de aquellos clubes donde la energía demoníaca se acumulaba de más. No era un problema, conocí a Magnus en una vida y tan solo había trazado algunos fragmento de líneas para hablar con él. Lo cual fue suficiente para darme cuenta que era un amigo leal.

Esta vez entraría por la puerta grande, por lo que puse uno de los vestidos que rara vez solía ocupar. Era corto hasta los muslos, sencillo con tirantes finos. Y su color era oro. Unos tacones blancos con taco punta aguja.
Esta vez no llevaría mis armas, confiaba en que la noche no se pondría pesada.

Salí del hotel a eso de las doce de la noche, tome un taxi y al llegar, un hormigueo de mundanos esperaban entrar al club. Así que me puse en la cola. Para algunos seria extremadamente aburrido hacer cola para ingresar a un club, pero para mi... quien no había tenido una noche de mundana desde un tiempo largo, era realmente alucinante.

Mientras esperaba a que se movieran, sentí un cosquilleo en mi nuca, al voltear vi a una persona que no esperaría encontrarme en este lugar o más bien, no esperaba encontrarme lo haciendo cola sino más bien, adentro del club.

-¿Quien eres?- pregunto apenas mi vio girarme para verlo directamente a la cara.

-Ya te lo he dicho...- ninguno daba brazo a torcer, nuestras miradas se retaban en plena noche oscura.- no es de tu incumbencia.  Tú has tu trabajo que yo hago el mio.

Justo en ese momento,  su hermana apareció detrás de él,  embolsando una radiante sonrisa.

-Hola, mucho gusto. Soy Isabelle Ligntwood. - la muchacha entendió su mano en señal de saludo a la cual respondi de forma cordial,  con una sonrisa.

LOS ETERNOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora