ঌCuando los recuerdos vuelven‿Roierluckity

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A la casa de todos había llegado un paquete con la información necesaria para postularse a la presidencia de la isla quesadilla, cualquiera podría ser presidente solo debía llenar un formulario y esperar la autorización.

Roier desecho el primer paquete en cuanto vio de qué se trataba, no tenía interés en todos esas cosas y algo dentro suyo le hacía pensar que mantenerse alejado era lo mejor, estaba seguro de que era un presentimiento sobre que algo podría salir mal. Era como si su subconsciente le intentará recordar que ya había vivido esto y las cosas habían salido mal y que todo esto traería problemas si intentará acercarse.

Por eso su mundo tembló unos momentos cuando días después vio una carta abierta en la cajonera al lado de su cama era una confirmación qué no esperaba recibir, la confirmación de que su esposo había sido aceptado como candidato.

Después de confrontar a Cellbit cuando volvió a la casa, los dos terminaron acurrucados en el sillón, donde el híbrido de gato dejaba suaves caricias en los rulos del castaño para calmar los miedos qué atormentaban a su amado, hasta que se quedaron dormidos uno sobre el pecho del otro.

Esa noche Roier pudo ver en sus sueños los recuerdos difusos que le habían estado quitando la tranquilidad días antes. Erán mucho más claros ahora pero seguían sin tener mucho contexto en su mente confundida.

Soñó con una pareja discutiendo.

Soñó con tres niños que miraban a su alrededor con miedo.

Soñó con un hombre de ojos rojos mirándolo con tristeza.

Soñó con un hombre diferente que le revolvía el cabello y lo dejaba en lo que parecía ser una playa.

Soñó con un barco pequeño que navegaba lejos de ese lugar.

Soñó con una pirámide que  mientras se alejaba era destruida en pedazos.

Soñó con dos hombres parecidos entre ellos que se diferenciaban por el color de sus ropas rojas y amarillas y que dirigían el barco.

Soñó que uno de ellos lo abrazaba para calmar el llanto que no sabía se estaba desbordando por sus mejillas.

Soñó que llegaba a la casa de su abuelo acompañado por estos dos hombres que lo saludan con familiaridad y luego se despidieron para no volver.

Soñó con esa mirada de pena que le dio su abuelo antes de aceptarlo en su hogar.

Y después de esa larga noche de sueños y recuerdos, despertó con ese sentimiento de soledad que no sentía desde que era un niño, con ese miedo de volver a ser abandonado por alguien importante y con esas miradas de tristeza, terror y pena aún dándole vueltas en la mente.

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Cellbit no tardó en darse cuenta de que su esposo tenía los ánimos decaídos después de la pequeña charla que habían tenido la noche anterior, era fácil darse cuenta pues Roier era el chico que se la vivía saltando de un lado a otro hablando de todo y riéndose de cualquier cosa. Pero desde que se despertó su castaño se veía más apagado, no habían cruzado muchas palabras y parecía que el mexicano estaba viviendo más en su mente que en la realidad.