🍒 ❝ 𝐃𝐚𝐲 𝟑 ❞ 🍒

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❝ Tu estás dormida, y yo te abrazo y siento que respiras~ ❞

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Tu estás dormida, y yo te abrazo y siento que respiras~

❝ Tu estás dormida, y yo te abrazo y siento que respiras~ ❞

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—N-No... —balbuceaba México casi en un susurro—. Ya déjame en paz, wey.

Rusia estaba en la orilla de la cama, México se la había pasado pateandolo toda la noche sin dejarlo descansar adecuadamente. Conciliar el sueño se había vuelto una tarea imposible. Sin embargo, muy a pesar de los golpes proporcionados por la latina, el rubio seguía durmiendo pacíficamente, tenía el sueño bastante pesado.

—¡Mierda! —le dio una patada tan fuerte a Rusia que terminó por tirarlo de la cama, provocando que se despertara—. ¡Hijo de tu reputisima bomba madre! Ve el mugrero que hiciste, estúpidos mis tacos idiota.

Rusia tosió intentando hacerlo lo más silenciosamente. Aquella fuerte patada le había sacado todo el aire, sofocandolo casi en el momento. No quería despertarla. Una vez recupero el aliento, se levantó para encontrar a su amada latina durmiendo pacíficamente luego de darle una paliza a esa persona imaginaria. La admiraba en silencio, en la oscuridad. Veía sus labios entreabiertos, sus párpados cerrados. Su pecho que subía y bajaba al ritmo de su respiración.

—Как тебе удается влюбляться в себя сильнее? (¿Cómo logras enamorarme más de ti?) —una sonrisa iluminaba su rostro, volvió a recostarse al lado de México.

Admiraba su rostro embobado acomodando un mechón de su cabello detrás de su oreja. El simple tacto de sus dedos contra su piel le hacían sentir mariposas en su estómago y aceleraban los latidos de su corazón. Era una cálida y agradable sensación estando tan cerca de su persona especial. Perfecto, algo que sólo en sus sueños podía imaginar. Verla ahí, frente a él dormida tan tranquilamente le llevaba a un sentimiento de pura calma.

—Mis tacos... —alzó su mano lista para darle una bofetada a Rusia, pero sus reflejos fueron más rápidos, sujetó la muñeca de la mexicana—. Gringo pendejo... Ahora barres.

Se preguntaba en qué parte del sueño de México aparecería él. Y cómo lo imaginaria ella en su mente, ¿aún lo vería como un niño? Sintió algo moverse bajo su mano, notó que aún tenía la muñeca de la latina presa bajo su agarre.  Una sonrisa traviesa se dibujo en sus labios, acomodó sus manos entrelazando sus dedos con los de ella. Finalmente logró conciliar el sueño.

Era temprano por la mañana, los pájaros cantaban y el sonido llegaba hasta las habitaciones de los protagonistas de está historia

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Era temprano por la mañana, los pájaros cantaban y el sonido llegaba hasta las habitaciones de los protagonistas de está historia. Argentina comenzaba a abrir los ojos lentamente, sentándose en su cama dando un largo y cansado bostezo, sentía cada hueso de su espalda tronar y acomodarse. Recorrió la habitación con su mirada, dándose cuenta nuevamente de en donde se encontraba. A su lado se encontraba dormido Alemania.

Se acercó un poco, plantandole un beso en los labios sin despertarlo. Agridulces, sabían a cerveza. Estaba sediento de ellos, pero por ahora debía dejarlo descansar. Se levantó adormilado, dando pasos torpes para caminar hacia el baño. Desabrochó su pantalón para hacer sus necesidades, y mientras hacia eso intentaba mantenerse despierto, quería volver a la cama al lado de su amado europeo.

Cuando regresó, Alemania ya no estaba sobre la cama. Quizás habría salido a desayunar, pensó Argentina. Podía aspirar levemente el aroma de chilaquiles, seguramente México ya estaba despierta. Se puso una camisa antes de salir de la recámara. Se acercó a la puerta y giro la manija para salir al pasillo, para después caminar hacia la cocina.

Ahí estaban sus hermanas, junto con su novio. La calidez con la que Chile y México trataban a su pareja le hacían sentir celos, aunque sabía que no había nada que temer. El sudamericano podía ser algo posesivo, aunque evitaba serlo. Ellas tratarían así a cualquier persona.

—Haha, but did you really hit that poor guy? (Jaja, ¿pero en verdad golpeaste a ese pobre tipo?) —decía entre risas, sirviéndole crema a sus chilaquiles.

—Pero claro que sí, po' —respondió igualmente riendo—. ¿Acaso crei' que no puedo defenderme? Tremendo sacowea, se lo busco el conchesumare.

Apretó los labios al escuchar la carcajada del alemán. Respiró hondo. No seas celoso, no seas celoso, se repetía una y otra vez. Tal vez estaba exagerando, cualquiera tiene derecho de hablar con su novio. Se acercó a México malhumorado, sirviéndose su desayuno.

—¡Ay, cabrón! —dijo está derramando salsa de más sobre sus totopos—. Has ruido, wey. Te voy a poner un cascabel o algo.

—Perdoname, che —su lenguaje corporal definitivamente gritaba lo malhumorado que estaba.

—¿Qué pedo, wey? ¿Qué traes? Ya ni saludas.

—Nada, nada. Gracias por el desayuno, Mexi —acto seguido, fue a sentarse solo en la mesa.

¿Y a este que le pico?, pensaba la centroamericana. Quizás sólo había dormido mal, y ya estaba. Decidió no darle demasiada importancia. Sirvió otros dos platos para España y para Rusia. Estaba particularmente emocionada por qué el más alto probará un platillo tradicional de su país.

Aquella mañana había sido demasiado extraña para la carismática mexicana. Había despertado muy temprano después de un agradable sueño donde se madreaba al gringo. Cuando abrió los ojos, su mano estaba entrelazada con la de Rusia. No sé atrevió a despertarlo, así que lo dejó descansar hasta que deseara levantarse. Esperaba no haberlo pateado demasiado, pero ya que su Ushanka estaba en el suelo era bastante probable de que así había sido.

Fue a sentarse junto a su hermano, quién comía molesto observando a su novio y su hermana llevarse como si fueran amigos de toda la vida. Fue gracias a la dirección de su mirada que México se dio cuenta de lo que estaba pasando. Decidió no meterse, eran cosas que debían arreglar entre ellos, además no quería causar una guerra en ese momento, cuando el resto iba a probar su desayuno.

Cierto rubio de ojos celestes cruzó el marco de la puerta, tallando sus ojos adormilado. Definitivamente México no lo había dejado dormir adecuadamente. Aquello solo hizo apenarse a la latina, quién se encogió levemente en su asiento. Rusia notó la presencia de su amada en la misma habitación que él, de pronto la existencia del resto de personas en la habitación parecía notarse menos.

—Доброе утро (Buenos días) —ojalá poder pasar cada amanecer a tu lado.

—Buenos días, Rusky —sólo para decirte lo hermosa que luces cada mañana.

Apocalipsis [ʀᴜsᴍᴇx] 𝚁𝚎𝚖𝚊𝚔𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora