❛Fooligetta❜||𝑴𝑰𝑵𝑬𝑪𝑹𝑨𝑭𝑻||𝑶.𝑺.

「10 ‒ A new daughter (And what she brought)

Sinopsis: Vegetta siempre pensó que, tras la separación con su manada, sería un lobo solitario hasta que se muriera.

Adoptar accidentalmente a dos cachorros (y tener un pequeño problema con el guardián de uno de ellos) fue todo lo que necesitó para acabar con sus años de soledad.

O, la historia de cómo Leo juntó por casualidad a dos personas, y consiguió una familia en el camino.

「·♟·」

➥1º n/a: Escribo con cubitos, no con Streamers o Youtubers de la vida real. Evitar también enviar este fic a las personas reales.】

「·♟·」

Capítulo uno - Las dos veces que Vegetta adoptó a un cachorro

En el interior de uno de los bosques más importantes, el bosque Quesadilla, se encontraba un claro que contenía un lago de aguas cristalinas.

Grandes y pequeños animales no dudaban en acercarse a dicho lago, ya sea para descansar, para alimentarse o hidratarse, o simplemente para darse un baño bajo el abrasador sol que persistía en ese claro por gran parte del año. Algunos de ellos incluso decidían quedarse a vivir allí, pues poseían todas las comodidades necesarias para sobrevivir.

Un hombre lobo de nombre Vegetta fue uno de esos seres que quedó maravillado al ver el bonito paisaje por primera vez. Desde que fue obligado a irse del bosque Karmaland por culpa de un aumento en el número de cazadores que querían acabar con los híbridos tenía la obligación de encontrar una nueva zona para vivir, por su bien, y ante todo, por el bien de Roier, un niño lobo de su misma especie de unos 10 años de edad que conoció a lo largo de su aventura.

Vegetta recordaría el día que lo encontró durante toda su vida. Llevaba deambulando por esa zona del bosque por unas horas tras haber escapado de un grupo de cazadores que intentaba pillarlo. Sus patas se encontraban ya muy cansadas, y solo deseaba encontrar una zona en la que dormir un rato.

Gracias a su buena vista encontró una cueva. Olfateó primero para comprobar que no hubiera ninguna manada, y al no oler nada se adentró a ella. Su sorpresa fue inmensa cuando se encontró a un cachorro de hombre lobo varado dentro de la cueva, en su forma animal, en muy malas condiciones y sin ningún indicio de que perteneciera a alguna manada. Sus instintos se activaron prácticamente al instante desde que vió el estado del joven, y sin dudarlo dos veces lo ayudó.

Pasó una semana cuidándolo. Durante ese tiempo el cachorro se despertaba desorientado y sin saber quién estaba a su lado. Al ver el comportamiento de la cría Vegetta supuso que los instintos del joven lo llevaban a pensar que él era su padre. (El español decidió ignorar la emoción que sentía cuando pensaba eso).

Estuvo bastante feliz al ver que el cachorro mejoró sin ninguna gran complicación. Al séptimo día las heridas del joven ya se encontraban cicatrizadas. Ahora la preocupación del adulto se enfocaba en la obvia desnutrición que el cachorro presentaba. El español sabía que tardaría mucho más tiempo en recuperarse de eso.

Compartieron unas cuantas pequeñas conversaciones a lo largo de ese día. Vegetta lanzaba alguna pregunta básica cómo cuál era su nombre, su edad, etc, pero no presionaba para que el joven respondiera, algo de lo que el cachorro estaba agradecido.

Cuando Vegetta preguntó si alguien lo estaba buscando, el joven Roier se quedó callado. El mayor no pudo evitar suspirar, y si bien no presionó para conseguir una respuesta, le ofreció al cachorro que viniera con él. Nunca olvidaría la cara de sorpresa que Roier puso al escuchar eso.

La curiosidad de saber si alguien estaría buscando al cachorro no se fue, aunque a Vegetta ya se le hacía complicado imaginarse una vida sin el revoltoso cachorro que cambió sus días tranquilos por días caóticos