Mi cansancio no podía más soportar, mi cuerpo es débil ahora que todo ha cambiado, mi corazón sigue sin acostumbrarse a los repentinos cambios y yo tampoco.
Pero la noche del 25 de Diciembre, mi manera de ver al mundo cambió.
• TanMui (Tanjirou Kama...
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Tanjirou Kamado
La fiesta de Navidad era realmente aburrida, y aunque me gustara pasar estas fechas con mi familia, los niños pequeños solo querían jugar, los mayores estaban viciados a sus teléfono y los adultos, solo hablaban de cosas aburridas, era el único que no tenía un teléfono, o bueno, sí lo tenía, pero no era un viciado a aquello.
Mis hermanos seguían jugando con sus juguetes nuevos, Nezuko platicaba con algunas primas y mis padres, como dije anteriormente, estaban charlando con otros adultos que conformaban nuestra familia.
No sabía que hacer.
Mis primos eran demasiado raros como para platicar conmigo de cosas normales, como la escuela o sobre la vida de cada uno, digo, fueron mal influenciados por sus amigos, me dan pena, más sin embargo, no era nadie para meterme en sus vidas.
Mirando el reloj que se movía a cada segundo que pasaba mientras sonaba aquel tan conocido "Click, clack" Era realmente aburrido, no estaba prestando atención a mi alredor, la música era demasiado aburrida y no era de mis pequeños gustos, digo pequeños, puesto que, yo nunca he sido aquel tipo de persona que solía escuchar música con bastante frecuencia, no me llamaba mucho la atención.
Ni siquiera tenía un gusto determinado, solo escuchaba lo que la gente a mi alrededor me recomendaba o músicas extremadamente famosas, nada del otro mundo.
— ¡Hijo, ven a convivir con la familia! — Escuché hablar a mi madre, quién llevaba un bonito vestido tradicional de color lila pastel.
Dios, no de nuevo.
Me acerqué con pasos cortos y algo arrastrados, en serio que no quería hablar con nadie en estos momentos, pero bien, ahí va otra mentira más.
Sonreí con torpeza. — Buenas noches, tíos, ¿cómo están? — Me estaba muriendo de la vergüenza y del odio, odiaba mucho a mis tíos por diferentes razones.
Pero tenía que fingir que me caían de maravilla, siempre me han visto como una persona súper alegre, cosa que cambió mucho debido a varias cosas y gracias a la adolescencia.
Podría estar a punto del colapso o del llanto, pero tenía que sonreír de todos modos, ocultar mis sentimientos era lo mejor que podía hacer.
"Hijo, gracias por ver todo con felicidad aunque pasemos por muchos momentos difíciles, eres tú quien alegra nuestras vidas."
¿Por qué tuviste que decir eso, madre? Solo me presionas a seguir sonriendo cuando tan siquiera estoy feliz o normal.
— ¡Oh, sobrino! — Exclamó mi tía la más víbora del maldito mundo. — ¡Dios, cuánto has crecido, yo te cargué cuando apenas eras un bebé, ¿no te acuerdas? — Preguntó.
