James ya no sabía qué hacer.
James tenía un problema. Bueno, tenía muchos. pero había uno en específico.
Regulus maldito Black le estaba pasando y no sabía cómo manejarlo.
James había visto a Regulus.
Cuando lo conoció en su primer año, Regulus solo parecía una versión más tímida de Sirius, cabello corto, callado, tímido, mejillas regordetas y un lindo sonrojo de bebé.
Ahora, Regulus era un poco más alto que Sirius, cabello a la barbilla, unos pómulos altos y afilados, una mandíbula bien marcada y unos labios rosados y carnosos, tenía la cara llena de pecas y su cabello estaba lleno de rulos negros, y sus ojos, SUS OJOS, James nunca podría quitar la mirada de los ojos de Regulus, eran verdes, pero un verde oscuro tan parecido al verde de los árboles del bosque, con unas pestañas muy largas y tupidas y estaban acompañados por unas cejas prominentes que solo le daban más sentido a su cara.
Regulus estaba tallado por el mismo Dios y James estaba demasiado perdido en el infierno.
Eso lo llevo a empezar a comportarse como un idiota, James llevaba suspirando por Regulus desde su cuarto año, cuando Regulus ya había tomado forma como jugador de quidditch y James ya había superado su enamoramiento por Evans.
Fue en uno de los partidos donde estaba jugando Slytherin vs Hufflepuff, James estaba observando atentamente el juego, Regulus había estado tranquilo en el cielo a la espera de que apareciera la snitch y James estaba más enfocado en los otros jugadores, hasta que algo pasó volando enfrente de James, tan rápido que solo se dio cuenta cuando el aire le dio en la cara.
Era Regulus.
Regulus que vió la snitch y fue en busca de ella, Regulus que no paró incluso cuando una bludger estuvo a punto de golpearlo, Regulus que cuando tomo la snitch tenía una sonrisa gigante con la mano levantada dándole la victoria a Slytherin, Regulus con los ojos abiertos tan grandes de la emoción, respirando erráticamente y el cabello un poco desarreglado.
Regulus Black estaba en su elemento y se veía maravilloso en ello.
Desde ese momento James supo que estaba acabado. Se estaba enamorando del hermano menor de su mejor amigo, del hermano por el cual Sirius mataría a cualquiera que lo mirara mal.
James estaba jodido.
Muy jodido.
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Remus fue el primero en darse cuenta.
James se la pasaba suspirando cada que veía a Regulus en el pasillo y durante las comidas James siempre se negaba a sentarse de espaldas a la mesa de Slytherin y siempre, inevitablemente, terminaba volteando a ver a Regulus mientras comía.
Remus en estos casos solo lo miraba con una ceja arqueada mientras lo pateaba por debajo de la mesa, James solo se sonrojaba al ser atrapado.
No fue hasta su final de sexto grado que decidió que tenía que hacer algo. Sirius y Regulus escaparon de su casa y fueron a los Potter durante las vacaciones de navidad del sexto de Sirius y el quinto de Regulus, Sirius ya era mayor de edad y ya podía tomar la custodia de Regulus y protegerlo ante la ley mágica, no había ningún problema.
O eso era lo que creía James.
Ver a Regulus. En su casa. En un pijama. Con el cabello mojado por la ducha.
James estaba acabado.
Estaba comiendo cuando Regulus entró recién bañado a la cocina. Mientras saludaba a todos James solo se podía quedar ahí, viéndolo, Regulus se veía tierno, muy tierno, demasiado tierno.