Un juego diferente está por comenzar. Las piezas ya están puestas en el tablero y los espectadores están ansiosos por apostar.
Él un piloto con una belleza delirante, que vive por sus sueños y sus anhelos.
Hamilton está dispuesto a bajar el cielo pa...
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El inicio de la caída de Red Bull
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Hay momentos en la vida en que conocemos a alguien que nos llena de felicidad. O tal vez, como en mi caso, la vida nos da una segunda oportunidad para amar de forma incondicional.
Un amor puro y generoso, capaz de sanar y darle un significado a cada amanecer.
Pero, por extraño que parezca, a veces no podemos responder a ese amor. O no podía hacerlo, hasta que las circunstancias de la vida se alinearon para darme una segunda oportunidad.
Amar es bueno. Amar toda la vida es aún mejor. He estado del lado donde das amor pero no lo recibes, y no quiero que tú pases por eso. Te estaré esperando, Sergio.
Quería llorar, pero las lágrimas no salían. Era una tristeza profunda, esa que te consume por dentro y te deja sin fuerzas.
Sergio había dejado de respirar por tercera vez, y esta vez ocurrió en mis propios brazos. Sentí que mi vida se sumía en la oscuridad.
No podía perderlo. Sergio había dado sentido a mi vida, llenándola de color. Nadie debía apagar esa luz, y yo me encargaría de que nadie más le hiciera daño. Daño ya le habían hecho, pero podía evitar que se repitiera.
—Sergio, ellos no entienden nada. Nunca han estado cuando el mundo se te ha venido abajo, nunca te han acompañado en las largas noches, nunca han luchado contigo cuando la depresión te golpeaba. Es momento de que sigas brillando. Que hablen lo que quieran; sigue con la frente en alto y siendo feliz a tu manera.
—Sé que no es fácil superar tanto a la vez, pero tendrás el tiempo necesario para sanar, ser feliz y volver a amar todo aquello por lo que vives.
Ver a Sergio postrado en una cama dolía. Dolía muchísimo. Deseaba que el culpable de todo esto estuviera pagando por ello.
