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Un mes, un año, tres años...

El tiempo pasa rápido. Ella seguía cuestionándose cómo había conseguido sobrellevar tan bien su propia promesa.

"Nunca más." Prometió.

Pero, su reflejo en el espejo, fue consciente de que sólo era un engaño más... Sólo otro más...

Vosotros me entendéis: cuando algo realmente te importa, sabes que no vas a aguantar toda una vida lejano a ello.

Y ella había aguantado tres tristes años, porque era una luchadora. Pero no una vencedora.

Uno no se puede vencer a sí mismo.

Y llegó el momento en el que lo volvió a ver.

Era él, de nuevo. En la plaza del viejo olmo, a las tres en punto. La misma hora de siempre.

En un banco, mirando la nada, y pensando en todo...

Nunca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora