¡Te odio!

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"¡Te odio! ¡Te odio! ¿Por qué me tratas así? ¡No entiendo tu puto comportamiento!", exclamó Rafaela.

"El me eligió a mí. Y, por cierto, tu cabello esta hecho un puto desastre," respondió Beth con desdén.

Rafaela parecía herida por el comentario, "¿Cómo te atreves a hablar así de mi cabello?"

Ambas se dirigieron a la cocina, donde las esperaba Héctor, con un aire de incredulidad. "¿En serio van a discutir por esa idiotez? ¿Por qué no se quedan las dos conmigo y ya?"

Rafaela y Beth, al unísono, exclamaron: "¡Cállate, de una puta vez!"

Al instante, ambas agarraron un cuchillo de la mesa. Beth retó: "Vamos a resolver esta mierda de una vez."

Héctor, con evidente pánico, intervino, "Esperen... El amor es demasiado complicado. ¡Estoy enamorado de las dos! No entiendo por qué soy así. ¿Será este un castigo del cruel destino, el nunca poder elegir a una entre ustedes dos? ¡Las he escogido a ambas!"

Rafaela, con lágrimas corriendo por su rostro, se sintió abrumada. "Pensé que solo me amabas a mí," lloró, "¿Acaso no soy lo suficiente para ti?, ¿por que no soy nunca suficiente para nadie?"

Mientras sus emociones la consumían, Rafaela levantó el cuchillo hacia ella, poniendo su horripilante filo sobre su cuello, rasgandose poco a poco su piel, dejando caer una gota de sangre por cada milimetro recorrido, sintiendo por fin, algo de paz en su vida. Sin embargo, antes de cercenarse por completo, el entorno cambió abruptamente.

El cuarto brilló y los juguetes de trapo de Beth una infante de 8 años se esparcieron por el suelo. Se escuchó una voz distante: "¡Beth! ¡A comer!"

Era la abuelita de Beth llamándola. Sin esperar respuesta, la abuela entró violentamente al cuarto, tomó a Beth del brazo y la azotó contra la mesa, una y otra vez, en un frenesí de ira. "¡Dije que vinieras ahora, gran hijueputa vida!"

Beth, temblando y con marcas visibles en su rostro y brazos, corrió a la mesa, dejando atrás su mundo imaginario.

El narrador, con un tono melancólico y cargado de tristeza, intervino: "Viendo este abuso, ¿es de sorprenderse que Beth escape a un mundo donde ella no es la víctima, sino una protagonista con voz y decisión? A veces, la realidad es mucho más dolorosa y cruel que cualquier ficción."

Después de esa violenta noche, los años pasaron, y los juguetes de trapo de Beth fueron reemplazados por maquillaje, responsabilidades y, sí, más hermosos problemas. Pasaron 30 años desde esa noche y, oh, sorpresa, Beth se encontró atrapada en otro cuento de hadas retorcido.

Ahora, a sus 38 años, la vida le había otorgado una serie de curiosos regalos: pensamientos compulsivos que la visitaban como viejos amigos indeseados y rituales que tenían la tediosa regularidad de una corrupta serie de Netflix que simplemente no puedes dejar de ver porque es tan terriblemente predecible.

Y, por supuesto, no olvidemos al Príncipe Encantador. Un hombre que, en lugar de robarle un beso bajo la luna, prefería robarle su autoestima cada vez que se le presentaba la oportunidad. Su habilidad para la manipulación psicológica era digna de una medalla olímpica. ¡Si hubiera competencias para dañar el alma, él habría ganado el oro en todos los eventos!

"Oh Beth", dijo el narrador con una nota de ironía en su voz, "Siempre tuviste una habilidad especial para elegir los finales de tus cuentos. ¿Acaso tu juventud no te enseñó nada? Pero hey, no te preocupes. Al menos esta vez no estás jugando con muñecas de trapo. Ahora estás jugando con tu propia misera vida."

El narrador, con un tono cargado de cinismo, comentó: "Oh, Beth, siempre buscando una salida, ¿verdad? Pero, ¿y si te dijera que volviste a entrar a tu laberinto de infancia sin escapatoria?"

Mientras los años avanzaban y la presión de su vida y su pareja la asfixiaban, Beth a menudo se imaginaba a sí misma en un balcón lleno de plumas negras sin puerta. Cada vez que intentaba encontrar una salida, simplemente se topaba con otro muro, otra barrera, dejando ver el profundo vacío como su única escapatoria.

Profundizando en su infancia, el laberinto se había convertido en una metáfora perfecta de su vida: oscuro, confuso, y sin un final a la vista. Y cada vez que intentaba encontrar una salida, se daba cuenta de que tal vez la única salida era... bueno... dejar un par de sesos como una linda decoración roja en la pared.

"Pero, ¿realmente esa es la salida, Beth?", preguntó el narrador con sorna. "Después de todo, quién sabe, quizás haya un minotauro esperando en el centro de tu laberinto, listo para ofrecerte un trato. ¿O tal vez ya has encontrado a tu minotauro en tu encantador príncipe?"

El eco de los pasos de Beth resuena por el laberinto de su mente. El minotauro detrás de ella no es más que una sombra de su pasado que ya no estaba, y su esposo, la encarnación de sus miedos, se desvanece con cada paso decidido que da. Pero mientras avanza, otra figura emerge de las sombras: una niña, con cabello oscuro y ojos llenos de inocencia y temor.

Es ella. La niña que fue, antes de que el mundo la moldeara, la rompiera y la rehiciese. La pequeña Beth que había sido suprimida por el retorcido juego de la vida, encerrada en el laberinto oscuro de su propia psique.

El narrador, con una voz suave y melancólica, susurra: "Oh, Beth, ¿puedes verla? Esa niña que fuiste, está ahí, esperando a ser liberada, esperando que la rescates de este oscuro rincón de tu mente. No puedes huir de ella, porque ella eres tú."

La escena cambia drásticamente, transportando a los lectores a un cuarto de hotel. Beth está de pie junto a una ventana que muestra una vista panorámica de una ciudad nocturna. Las luces parpadeantes de la ciudad reflejan el tumulto en sus ojos. En una mano, sostiene un arma, su superficie fría contrasta con el calor de las lágrimas que ruedan por sus mejillas.

El silencio en la habitación es ensordecedor. El peso del pasado, la carga de sus decisiones, y la niña atrapada en su interior, todo se cierne sobre ella en ese momento.

El narrador concluye, con una voz cargada de empatía y pesar: "La vida ha jugado sus cartas, Beth. Pero ahora, tienes la última jugada en tus manos."

¿Por Qué No Me Amas?Where stories live. Discover now