Capítulo 5

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–Miguel, ¿Todavía estás enojado conmigo?–. Pregunto Peter, asomándose a cada lado de Miguel.

Miguel se frotaba la sien, agradeciendo que estuviera siendo confundido su vergüenza con enojo. Hacía días que se había dedicado a los archivos y anomalías con tal de esquivar a Peter en la sede, pero no pudo esquivarlo en la cafetería.

Suspirando, comió disgustado su empanada, manteniendo la vista en un punto fijo en la pared.

–Oh.. vamos Miguel, ¿De verdad volverás a ser el viejo tú? Me llevo dos años poder caminar a tú lado sin que quisieras matarme en el intento–.

Miguel asintió, sonriendo burlón. Tragando, dijo.–No era intencional, ¿Si alguien te aparece de la nada lo más probable sería asustarse?–. Levanto una ceja, finalmente mirando a Peter.

–Sí–. Sus mejillas se estaban sonrojando.

Miguel podía sentir el aroma de Peter e inconscientemente se lamió los labios.–Eso no va conmigo, en vez de asustarme me defiendo–. Saco las garras para dejar claro el punto y luego las guardo.

Era mentira, porque si se asustaba fácil con sus sentidos intensificados al ser sorprendido, pero respondía de forma agresiva al susto. Porque como dice el dicho, “toda acción tendrá una reacción”.. aunque no será la que esperabas. Desvió la mirada y continuó comiendo.

Peter se estaba sintiendo cada vez más curioso, acercándose con cuidado en la banca a Miguel, olfateando el leve olor dulce del chocolate amargo que apenas se sentía. Lo había escuchado claro, pero estaba feliz de que finalmente lo haya mirado y hablado con él, pero había un deseo primario un tanto peculiar al verlo lamerse los labios.. ¿Por qué había hecho eso?..

Miguel exhalo irritado, sintiendo el brazo que pasaba por sus hombros y luego el pecho que se presionaba a su lado. ¿En qué momento le había permitido a Peter estar tan cerca?.. No, estaba equivocado, ¿En qué momento se sintió tan cómodo con su presencia?. Lo podía apartar, pero no quería perder el calor familiar de su cuerpo.

Se aclaró la garganta y apoyándose en un brazo, se giró a mirar a Peter.–¿Y Mayday?¿Dónde está?–. Pregunto curioso.

–Con sus abuelos–. Se pegó más, notando el cambio de color en sus ojos a una tonada escarlata.

–Ah.. Me parecía raro no verla–. Escuchó la pelea entre algunos Spidermans y se giró a mirar para allá. Tendría que poner orden en el lugar.

Al no notar ninguna señal de incomodidad o despegó, Peter se atrevió directamente a oler el cuello de Miguel. Sintiendo como si esto fuera un avance.–¿Por qué nunca me di cuenta de los dulce que hueles?–. Murmuró bajo, creyendo que no sería oído, pero Miguel podía oír mejor que el ser humano promedio a causa de su mutación.

Se le erizó la piel al sentir el roze en su nuca, la respiración caliente y el corazón de Peter sonando a su costado. ¿Cómo que olía dulce?.. por lo general escuchaba que olía a leche agria que se había hechado a perder hace tiempo. El calor le subió hasta la nuca. Se aparto de lo que ya casi parecía un abrazo de lo cerca que estaban y camino hacia los Spidermans, como si necesitara dejar salir de otra forma lo que estaba pasando en él.

–¡Ustedes!–. Gruño, viéndose imponente mientras mostraba los colmillos.–No es lugar para pelear aquí, o comen o se largan en este instante–.

Peter se sintió derrotado al perder a Miguel de su brazo, pero una sonrisa tonta se dibujo en su cara al ver a Miguel agarrándose la cintura mientras regañaba a los demás. Cómo amaba cuando hacía eso.. se apoyo sobre su codo en la mesa, mirando más hasta que se se dió cuenta lo que pensó. Su brazo se deslizo de la mesa y se golpeó la cara, ¿Amar?¿Él amaba a Miguel o amaba su forma de verse?¿Espera.. por que estaba siquiera pensando esto?.

¡𝗡𝗼 𝗵𝗮𝘆 𝗹𝘂𝗴𝗮𝗿 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗱𝗲𝘀𝘁𝗶𝗻𝗼!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora