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Rocío se encuentra en el parking del edificio, sin embargo, no encuentra rastro de su amigo, así que decide llamar a Ari.

—¿Chio? ¿Qué tal? ¿Estás con Aldo?

—Justo te llamo para eso ¿No sabes donde está? Salió corriendo del depa.

—No Chio. No se ha reportado por aquí.

—¿Ama no sabrá algo?

—Deja le pregunto. No me cuelgues, ¿ok?

—Ok—. Movía sus pies con impaciencia.

—Espera. Le fue a preguntar a Filis.

—Está bien.

—Oye ¿Sabes qué pedo? ¿Si fue real?— Juan se acercó a escuchar.

—Si. Le rompió la nariz a Osvaldo.

—No mames ¿Dónde está?

—Samy se quedó con él. No quiso ir al hospital.

—Ay wey. Ni como defenderlo.

—Ya sé. Ni él mismo se defendió. Dejó que lo golpeara.

—Bueno, por lo menos se desahogó. A lo mejor está más tranquilo.

—Ojalá.

—Ya contestó Ama. Filis le mandó un mensaje y le dijo que estaba bien, que no se preocupara—. Le anunció Ari.

—Agh. Pinche Aldo ¿No le dijo dónde?

—No. Lo siento amiga.

—No tiene muchos lugares donde ir, ¿no? Digo, si no está en la casa de alguien...— Juan intervino.

—Tienes razón, ¿pero dónde?... No se llevó el carro de Valdo. No pudo ir muy lejos.

—Exacto. Ya lo tienes, tú lo conoces mucho mejor que nosotros—. Se quedaron un momento pensando.

—Creo que ya sé dónde buscar. Nos vemos—. Colgó la llamada y corrió hacia allá.

—¿Chio? ¿Bueno? ¡Nos avisas!— Juan estaba pegado a la oreja de su esposa para oír la conversación.

—Ya colgó.

—No dijo adonde iba.

—Chingada madre. Nunca nos enteramos de nada.

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Rocío terminó arribando a una pequeña cafetería en el centro de la ciudad. Habían visitado ese lugar cada vez que se reunían los 4 —Rivers, Osvaldo y ellos 2—.

Al abrir la puerta la mesera de siempre la saludó

—Buenas tardes señorita. Su amigo lleva ya un rato esperándolos—. Apuntó hacia una esquina, donde Aldo se encontraba con su café y la cabeza baja.

—Gracias.

—¿Sus otros amigos no vendrán?

—No ésta vez—. En serio espera que la chica no se ponga a hacer preguntas de más.

—¿Le sirvo lo de siempre?

—Si, por favor—. Aldo volteó un momento hacia atrás e hicieron contacto visual. Le dio una sonrisa triste y regresó la atención a su café.

—Hola—. Le tocó el hombro, pidiéndole permiso para sentarse a su lado, él asintió.

—Me encontraste.

—Eres algo predecible—. Una sonrisa triste adornó su rostro.

—¿También los putazos fueron predecibles?

Control Twitch [EN REVISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora