El botarga de la esquina

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Aquella mañana, los tres estaban sentados a la mesa sin pronunciar palabra alguna. Mathias no levantaba los ojos de su plato de avena, incapaz de mirar a nadie a la cara. Así de grande era el coraje que se traía. Jorge revisaba su celular cada diez minutos y tomaba un sorbo de café negro cada cinco. El Tizas fue quien rompió la tensión.

-Fijate que esta mañana me levante bien temprano y en tu refrigeradora no había nada más que verduras, yogures y queso, jefe.

Jorge le reprochó con la mirada y sacudió la cabeza antes de volver a la pantalla de su iPhone.

-En esta casa solo se consume comida vegana y keto -respondió sin mirarle. El Tizas no tenia la menor idea de lo que estaba hablando.

-No te lo tomes a mal jefe, pero el cuerpo necesita comer carnita de vez en cuando -El Tizas trataba de defender su punto de vista –¿Estás de acuerdo conmigo, carnalito?

La carita esperanzada del moreno se encontró con los ojos vacíos del menor.

-Comemos lo que hay, Tizas. Siempre ha sido así. He terminado, que tengan buen día.

Luego de la seca despedida, Mathias se levanto de la mesa y se fue. Desanimado, el moreno resolvió salir a buscar a sus cuates ese día. A veces comer tacos de a peso debajo de un puente sonaba mejor que la comida vegana de las lomas. Obviamente no iba a dejar nada por escrito, tanta regla en ese lugar le parecía ridículo. Sin embargo, Jorge no lo dejo ni levantarse.

-Hoy vendrás conmigo a mi trabajo. Sentenció el mayor, a lo que el moreno levantó una ceja.

-No manches wey, ya tenía planes.

-Ahora tienes nuevos planes.

-¿Y como porque o qué?

"Porque los mecánicos llegan a instalar las cámaras en una hora y no puedo arriesgarme a que los veas" pensó Jorge. Sin embargo, las palabras que salieron de su boca eran otras.

-Para empezar, no tienes dinero y tampoco un trabajo, así que pensé en mostrarte la empresa. A ver si te animas algún día a hacer algo con tu vida.

Jorge se llevó los platos del desayuno a la cocina y el Tizas se le quedo viendo. ¿Era su imaginación, o esta persona estaba tratando de ayudarlo a conseguir chamba? En cualquier caso, la acción en si era un detalle que lo hizo sentir un poco mejor.

-Namas espero que no me des chamba porque luego luego vas a querer botarme.

La broma del moreno fue recibida en un silencio mortal. Mientras caminaban a la cochera, el Tizas no pudo evitar pensar en las palabras que Mathias le dijera el otro día, refiriéndose a la personalidad de su tio.

-Ojalá no te me ofendas jefe -el Tizas ya estaba subido en el Tesla negro y se aseguraba el cinturón de seguridad- Eres hecho al buena onda pero eres bien culo, wey.

Jorge sabía lo suficiente sobre la jerga de la "raza" para saber a qué se refería el otro.

-Si para ti ser "culo" significa tener clase, lo soy. Y si no soportas, es tu problema.

La ciudad se deslizaba por las ventanas polarizadas del vehículo a gran velocidad. Jorge era un conductor prudente pero osado, ese tipo de persona que siempre conduce exactamente al limite de velocidad permitido. Treinta minutos después, aparcaban frente a un edificio gris de ocho plantas que estaba en medio de dos torres de treinta pisos.

-JAJAJA que edificio canijo -se burló el Tizas -parece una lata de coronita en medio de dos botes de Tonayan.

-Ese "edificio canijo" -rectificó Jorge, saliendo del vehículo- es mi empresa.

Destino y casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora