Part 8 ♡ Fin

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—¿Cuándo te diste cuenta que te gustaba? —pregunta Jungkook. Su dedo índice traza pequeños círculos en mi pecho.

Sonrío ladino. Aparto la vista del cielo, centrándome en los ojitos brillantes de mi chico, quien permanece con su mejilla reposada en mi hombro mientras mi mano acaricia su cintura.

—¿Tienes curiosidad?

Él asiente efusivo. Se aleja un poco, levantando su rostro mientras se acomoda mejor sobre el césped, para que su mirada conecte atenta con la mía.

—Cuéntame.

Me acomodo de lado, recargando mi cara en la palma de mi mano.

—Estoy seguro que fue el primer día en que te vi —me rio al oírle bufar, sin creerme—. Sé que eres escéptico sobre el amor a primera vista. Pero te juro que la primera vez que me sonreíste, creí que el corazón se me saldría del pecho.

Sus mejillas se pintan de un suave carmín.

—¿Hablas en serio? —su voz es bajita, casi sonando tímida.

—Completamente en serio —aseguro—. ¿Y tú? ¿Cuándo tuve la suerte de que el chico más increíble del universo haya posado su atención en mí?

Jungkook golpea mi brazo y forma un mohín en los labios. No puedo evitar carcajearme ante su evidente vergüenza.

—¡Taehyung! ¡Basta! —se queja. Sé que no habla en serio, él siempre ha amado los elogios.

—Anda. ¿No me dirás?

Reprime su pequeña rabieta, para inhalar profundamente. Aparta sus orbes de mí.

—Tal vez estuve enamorado de ti más del tiempo del qué fui consciente. Pero hubo un día en específico en que lo supe, fue la última vez que visitamos la finca de tu abuelo, ¿recuerdas?

—Sí, nos pidió ayuda para recolectar los tomates de la huerta.

Esboza una sonrisa quien parece perderse en una remembranza.

—Tú, al igual que ahora, eras muy inquieto. Recuerdo que te aburriste y decidiste dar una caminata por los prados de flores amarillas a unos pocos metros de la huerta —un dulce suspiro abandona sus labios—. Unos pocos minutos después regresaste corriendo con un enjambre de abejas detrás de ti.

Cubro la vergüenza que tiñe mi rostro con ambas manos. Había intentado suprimir ese recuerdo de mi psiquis.

—Detente —ahogo la queja entre mis palmas.

Jungkook por supuesto hace caso omiso, y sigue el relato en medio de cortas risas.

—Me asusté mucho al verte sollozar y correr de un lado a otro.

—No parecías asustado, solo te reías como si fueses a quedarte sin aire —le acuso.

—¡Era una risa nerviosa, lo juro!

—Mjm...

—Déjame terminar. Como iba diciendo, cuando solté la canasta para socorrerte, no sabía si estaba más asombrado por tu mejilla y labio hinchado por las picaduras —su risa cesa y una sutil curva delinea sus labios—. O porque tus manos aún seguían aferradas a un pequeño ramo de flores amarillas que se extendieron hacia mí... Estaban algo estropeadas por intentar espantar las abejas con ellas, pero-

—Amabas esas flores. Cuando íbamos a la finca de mi abuelo, siempre decías que las margaritas eran tus flores favoritas.

En los ojos de mi chico se vislumbran diminutos destellos, a la vez que asiente.

—Lo sé. No entendí en ese momento por qué lo hiciste, solo pensé en que eras un tonto imprudente e impulsivo... Uno demasiado lindo. Cuando recibí ese ramo no parecí darle importancia, pero la verdad es que en ese instante me atemorice porque mi corazón palpitaba demasiado rápido, y el culpable era el tonto de mi mejor amigo.

No puedo creer que uno de los momentos más vergonzosos de mi vida, haya sido la razón por la que Jungkook posó sus ojos en mí. De repente, ese acontecimiento se tornó de una tonalidad cálida dentro de mis recuerdos.

—Espera, espera. ¿Así que me estás diciendo que los regaños de mi abuelo luego de haber arrancado sus preciadas flores, y el que me haya vetado de visitarlo durante un mes valió la pena?

Le escucho soltar una carcajada mientras se encoge de hombros, ante mi comentario.

—¿A ti te parece que valió la pena? —inquiere sin borrar su bella sonrisa.

—Por supuesto, si esa es la razón por la que tengo al chico de mi sueños a mi lado, sin duda valió la pena —aseguro sincero—. Debería incluso agradecerle a las abejas.

—¿A las abejas, dices?

—Claro. Nunca habías sido tan atento conmigo en caso de que no hubiese tenido la cara hinchada por picaduras.

—Estás demente, Kim —sacude la cabeza en una negativa.

—Por ti.

Me acerco lo suficiente para dejar un corto beso sobre los suaves belfos de la persona culpable de los latidos desenfrenados de mi corazón.

—Al parecer ambos fuimos unos tontos todo este tiempo —susurra Jungkook. Descansa su mejilla en una de mis manos que todavía acunan su precioso rostro.

Es un poco penoso aquellas escenas de celos que reprimí y tantos escenarios que mi mente creó, sin ser capaz de sospechar que nunca tuve nada que envidiar, porque mis sentimientos siempre fueron correspondidos.

—Así parece —admito—. Ahora seremos un par de tontos juntos.

—Juntos —repite—. Me gusta como suena.

Sin decir más, la inefable sensación de nuestros labios encontrándose nuevamente nos envuelve.

Inefable, es el nombre del sentimiento que desde ahora ambos sabemos que compartimos en este presente, y quien sabe, tal vez toda una eternidad.

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𝒻𝒾𝓃

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Hemos llegado al final de esta mini-historia. La escribí y publiqué durante la semana del día de San Valentin en Febrero, lamento haber tardado casi 5 meses para publicar el último capítulo.

Pero como dicen por ahí, mejor tarde que nunca. Espero que les haya gustado este pequeño relato escrito con mucho amor.

Gracias por leer



𝑰𝒏𝒆𝒇𝒂𝒃𝒍𝒆 ஒ 𝑻𝒂𝒆𝒌𝒐𝒐𝒌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora