Capítulo 2

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Cuando abrí mis ojos pude ver que era muy noche. Lo sabía porque a pesar de que la casa no tiene ventanas, la luz entra fácilmente por la rendija de la puerta y al no haber ni rastro de ella, supuse que pasamos más de tres o cuatro horas dormidos. Filomeno roncaba ruidosamente y su aliento golpeaba mi seno derecho despertando nuevamente mi excitación. La molestia en mi ingle me hizo consciente de que su pene seguía dentro de mi vagina y que mis piernas continuaban haciendo presión para que eso fuera posible. De pronto me di cuenta de algo que pasé por alto cuando decidí entregarme a Filomeno y es que nunca he tomado anticonceptivos e hicimos el amor sin usar un condón. También recordé que terminó dentro de mí y además su semen no salió de mi interior porque yo no lo dejé retirarse y si a eso le sumamos que ese líquido ha estado acumulado por horas en mi útero y con mis días fértiles en todo su esplendor, es muy seguro que pueda quedar embarazada. En un momento me aterró la idea de embarazarme tan joven, pero fui sacada de mis pensamientos al sentir el cuerpo de Filomeno acomodándose mejor sobre mi cuerpo para luego colocar su cabeza en mi hombro.

Su olor no era el mejor, pero me agradó encontrar el mío mezclado con el suyo. Cualquiera creería que estaba loca por pensar que eso era erótico, pero para mí era la prueba de que el hombre que elegí como amante, ahora llevaba mi aroma en su piel. Mi excitación aumentaba a pasos agigantados al percibir su cálido cuerpo esparcido sobre el mío. Mi vagina palpitaba y empezó a apretar el medio delgado pene de Filomeno, consiguiendo en minutos que se pusiera tan duro como hace unas horas. Él seguía dormido, pero eso no le impidió moverse torpemente dentro de mi interior. El pobre jadeaba con cada empuje y lo hacía más fuerte cuando yo le devolvía los apretones con mis paredes vaginales. El dolor no había disminuido nada, sin embargo, me di cuenta que escucharlo gemir era un buen distractor de ese dolor para darle paso al deseo. Filomeno estuvo moviéndose inconsciente durante poco tiempo y de nuevo eyaculó grandes cantidades de semen dentro de mi útero. Al sentir el líquido volví a asustarme por el hecho de quedar embarazada, pero Filomeno dijo algo que calmó mi miedo y es que las palabras que salieron de su boca me desarmaron por completo.

–¡Te amo tanto, Mariana!

Oírlo decir eso me dio el valor de enfrentar lo que sea y es que hasta hace unos meses no era consciente de que nuestra relación de amistad se fue convirtiendo en amor por parte de Filomeno. Yo no podía decir que lo amaba, pero es que el conocer a tantos hombres desconsiderados y traidores, (como lo fue mi padre que dejó a mi madre por una tipa sin escrúpulos y a Erik, que sólo se acostaba con mujeres para quedar como héroe frente a sus amigos), me hicieron comprender que no debo entregar mi corazón a quien más me guste, sino a quien más me ame y Filomeno me amaba. Por eso pensé que si algún día iba a tener un hijo, prefería que fuera de un hombre que mereciera el título de padre y Filomeno parecía cumplir con ese calificativo, así que dejé de preocuparme del muy posible embarazo y mejor lo aprisioné más a mí porque pensé que si el destino así lo determinaba, le daría el regalo que sé que deseaba desde su primer matrimonio con una ambiciosa que lo dejó por un hombre adinerado.

Con ese pensamiento en mi mente, volví a quedarme dormida y para cuando desperté la oscuridad era mayor.

Un dolor punzante me regresó la consciencia y me di cuenta de que Filomeno trataba de sacar su pene de mi interior, pero sin despertarme. El pobre no sabía que un simple movimiento provocaba un intenso dolor, pero no quería que se sintiera mal, así que detuve su huida apretando sus nalgas con mis manos.

–¿Qué pretende Don Filomeno? –le dije sonriéndole lo mejor que pude –¿acaso quiere abandonar a su mujer?

–Por mí me quedaba unido a ti la vida entera –dijo con picardía, aunque luego me miró avergonzado –pero es que quiero orinar y en serio me urge correr al baño.

EL VIEJO CONSERJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora