✧; ᴍɪ ᴍᴀʟᴠᴀᴅᴏ ᴍᴜʟᴛɪᴍɪʟʟᴏɴᴀʀɪᴏ ༉‧₊˚

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ɪɪ : ᴍɪ ғᴀʟsᴏ ᴇsᴘᴏsᴏ

— ¿Disculpe?

— (Esto debe ser una broma. No acaba de pedirme que fuera su esposa falsa, ¿verdad?)

Sigo esperando a que se ría y grite: "¡Es broma!". Pero no sucede, así que empiezo a ponerme nerviosa.

— ¿Quiere que...? ¿Yo sea su esposa?

— Esposa falsa.

— Correcto. Va a tener que darme más detalles sobre eso.

Jimin suspira como si no pudiera creer que esté teniendo esta conversación en este momento.

— (Pero, ¿cómo podría entender lo que estaba pasando en esa ridículamente hermosa cabeza suya? Hace un minuto estaba tan segura de que iba a despedirme... Pero en cambio, ¡¿quiere que yo sea su esposa falsa?!)

Él se cruza de brazos y me mira.

— Ocurrió algo en Las Vegas...

— ¿Qué pasó?

— Me casé.

— ¿Cuánto bebió? No pensaba que fuera un bebedor empedernido.

— Al parecer, me emborraché mucho, aunque solo recuerdo haber tomado dos copas de champaña. Todo sobre esa noche es un poco confuso... Pero recuerdo que nos casó un Elvis falso, vestido con un traje rosado y pomposo. Y ahora mi nueva esposa me está demandando por todo lo que tengo.

Lo miro, boquiabierta. El arrepentimiento está plasmado en todo su rostro y no puedo evitar sentir un poco de pena por él.

— (Esto debe haber Sido un gran error de su parte)

Jimin cierra los ojos, suspira y se deja caer en su silla. Entonces caigo en cuenta.

— (¡Esta debe ser la razón por la que ayer estaba tan gruñón! Demonios, si me casara borracha en Las Vegas y me demandaran por todo lo que tengo, probablemente también estaría de mal humor)

Me doy cuenta de que todavía hay algo que no me ha dicho.

— Entonces... ¿Qué tiene esto que ver conmigo?

— Mucho, de hecho. Para anular el matrimonio, necesito demostrar que ya estoy casado.

— ¡Wow, espere un minuto!

Doy un paso hacia atrás y lo miro.

— ¡No puedo hacer eso! ¿Eso no es ilegal?

Jimin se encoge de hombros como si no le importara nada en el mundo.

— Hablo en serio, Jimin.

— Yo también hablo en serio.

Jimin pone una hoja de papel sobre el escritorio y la desliza hacia mí.

— Preparé un contrato que establece que nos casamos en secreto hace tres semanas.

— ¿Qué hizo QUÉ?

Miro el contrato y mi respiración se queda atrapada en mi garganta.

— Ya está firmado por personas que aceptaron falsificar el documento. Tu forma es la única que falta.

— ¿Quién lo firmó?

— Paul, nuestro padrino, y Thea, tu dama de honor.

— (No lo puedo creer. ¿Consiguió que mi mejor amiga firmara, incluyendo antes de preguntarme?)

— Esto no te afectará mucho, te lo prometo. Tendremos que mantener esta farsa durante una semana y luego nos divorciaremos en secreto. Será como si nunca hubiera sucedido.