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A la mañana siguiente Samantha miró medio muerta la pantalla de su teléfono, cuando se percató de algo; su bebé la había llamado.
Mierda.
Abril no le volvería a hablar.
Se levantó con rapidez y empezó a alistarse, quería hablar con ella, la necesitaba. Pero antes de salir de su apartamento, entró una llamada de Valdo.
— Hola. —
— ¿Qué le hiciste a Ari, cabeza de excremento? — La voz de Valdo resonó bastante afectada por la bocina del celular, haciendo que a Abril se le congele la sangre.
— Yo. . . Verás- — Samantha sabía que divagando con sus palabras no llegaría a ningún lado, más cuando Valdo no la dejó seguir hablando.
— Me importan una mierda tus excusas más si por alguna razón me dices que estabas durmiendo. Juro que iré a buscarte y voy a golpearte, ve donde Ari e intenta hacer que te perdone, y si no quiere hablar, no lo intentes de nuevo. —
Y cortó.
Sí, Samantha estaba frita. Incluso cuando estaba en camino al departamento de la castaña, sus manos sudaban por el miedo de que Ari ni siquiera la mirara.
Sabía que Ari era así, ella siempre decía que sí cuando necesitaba ayuda. Se sentía una mierda, ¿Qué tan ido tuvo que estar para no poder decir que ''iba enseguida''?, él sabía que sólo le tomaba cinco minutos de su casa a la tienda. Suspiró, ya no había nada que hacer.
Cuando tocó suavemente la puerta de la castaña escuchó un muy apagado ''voy'', los pasos se hicieron más fuertes, hasta que Abril apareció en el umbral de la puerta con una manta cubriéndola, sus mejillas y nariz estaban rojas, la lluvia finalmente se había manifestado en un resfriado algo fuerte. Miró con una ceja alzada y los brazos cruzados con un disgusto palpable a la rubia, quien le sonreía nerviosa.
— ¿Qué? — Ari sonó tan seca y seria mientras miraba a Samantha que entonces la rubia se dio cuenta de cuánto había hecho mal, la expresión de Ari era algo que le daba de lleno a su rostro.
— Si no dices nada, voy a cerrar mi puerta. Hace frío y no estoy en las mejores condiciones para recibirlo. — Samantha asintió y se acercó lo más posible a Abril para poder abrazarla, pero al mínimo movimiento Ari la apartó de un manotazo. — No me toques, vete. —
Samantha abrió los ojos, sabía cuánto la había cagado ahora. Abril ni siquiera quería que la tocara o se acercara. La castaña iba a cerrar la puerta cuando Samantha la detuvo.
— Por favor, espera. — Abril suspiró, ya cansada, y la dejó seguir su charla. — Perdón, sé que me comporté mal. Yo... De verdad no quería herirte. — La castaña asintió, no muy convencida. — De verdad no quería contestarte así, y de verdad nunca más volveré a hacerlo. —
— Samantha, esto no es sólo por eso... ¿Has pensado alguna vez cómo me siento todas esas veces, una sola mísera vez? ¿Soy un juguete para cuando estás aburrida? ¿Te importo siquiera? —
Samantha miró atónita a la más baja. — No, nunca. Ari eres... Una de las personas que más me importan en la vida. —
— Pero no lo suficiente para decir que te gusto. ¿Verdad? — Samantha enmudeció, ella era hetero ¿Verdad? Ella... Bueno.
Abril sonrió amargamente sabiendo la respuesta de Samantha. . . No era bueno para ella. A pesar de lo mucho que ella en verdad le guste, Sammy nunca lo diría o admitiría, y eso solo la hacía sentir tan estúpida, tan... Sola. Aprovechó el momento en que Samantha se descuidó y tomó la manija para cerrar. — Está bien, no te preocupes. Lo sabía de todas formas. —
Cerró rápidamente para correr a su habitación, necesitaba estar sola.
Samantha solo reaccionó cuando Abril ya había cerrado, y entonces se revolvió el cabello frustrada. ¿Qué tan difícil le era decirlo?
Algo era claro, esto solo traería problemas.
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