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Se sentía bien llegar a tu hogar, abrir la puerta con las llaves, arrojar tus cosas apenas entrás, cerrar la puerta detrás tuya y ser recibido con el cálido abrazo, junto a una tierna sonrisa de una pequeña niña, llena de luz y felicidad. Sin duda, esa era la razón de siempre llegar a casa para él.
—Papi!— gesticuló alegre la pequeña niña rodeando las piernas de su padre con sus pequeños bracitos, alegre por la llegada de este de su tan cansado trabajo
—Hola princesa, cómo estás?— respondió él, agachándose un poco para quedar a su pequeña altura y corresponder el abrazo
—Bien! Tía Vic me llevó a comer un helado hoy y después me ayudó con mi tarea—
Contó con la misma alegría la pequeña en los brazos de su padre, quien la elevó en los mismo comenzando a caminar y a adentrarse en la casa, notando como su hermana estaba preparándose para poder retirarse
—Hola Vic, gracias por cuidarla— agradeció a su hermana apenas ella termino de recoger sus cosas
—no pasa nada Ivi, ella es mi sobrina favorita— contestó con una sonrisa, revolviendo el alborotado cabello azabache de su sobrina, sacándole una sonrisa
—Tía soy tu única sobrina!— Dijo la pequeña eufórica, robandole una tierna sonrisa a los dos hermanos
—mañana no hace falta que vengas, me pedí el día así paso tiempo con Amari—
Dijo el pelinegro dejando a su hija en el suelo y acompañando a su hermana hasta la salida
—ya era hora—
Dijo su hermana para finalmente despedirse de su hermano y sobrina e irse a su hogar.
El pelinegro observo a su hija, la cual estaba sentada en el sofá jugando con algunos de los juguetes que él mismo le había comprado, sonrió al ver la tierna escena de ella simulando una vida con sus muñecas y se acercó, sentandose a su lado.—como te fue hoy en el colegio Ama?— preguntó él
—Bien, hoy con la maestra practicamos cantar, pero después nos hizo pintar a nuestras familias, yo pinte a papá, también pinte a tía Vic y después pinte a mamá —
Su sonrisa se desvaneció lentamente luego de las últimas palabras de su pequeña hija, el tema de su madre seguía siendo algo demasiado difícil para ellos, aunque la niña lo haya tomado de una manera bastante madura, el hecho de crecer sin su madre no le ponía nada contento al pelinegro, y eso era lo que más le dolía. El tema de la separación y el abandono de la mujer no lo afectó a él en lo absoluto, ya que su relación antes de que Amari naciera se había acabado, pero el verdadero problema fue cuando ella llegó al mundo, odiaba a su ex por haberla dejado a ella, a su hija, sin explicación alguna.
—Papá... Mamá va a volver?.. antes hablé con mamá y me prometió que me llevaría a la plaza en mi cumpleaños—
Un sentimiento amargo recorrió el cuerpo del pelinegro, oír a su pequeña con ese tono de voz lo destrozaba por dentro, quería encarar a su ex mujer y decirle lo muy irresponsable e inmadura que estaba siendo en darle esas falsas esperanzas a su pequeña niña, porque sí, su cumpleaños fue hace dos meses, pero ella aún seguía con esas esperanzas, y eso le dolía el doble.
—no sé hija.. tu mamá es un tema complicado—
—entonces no va a volver...—
Dijo triste la pequeña, dejando sus juguetes de lado y abrazando sus pequeñas piernitas, ya no aguantaba verla en ese estado, así que la tomó y la sentó en su regazo, dándole un fuerte abrazo y un besito en su frente, diciéndole lo mucho que la amaba y guardando toda la rabia que tenía.
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Sobre Ruedas •••★ Rodrivan Au
FanfictionSu hija le pidió tomar clases de patinaje, y como era su princesa y su luz de vida, él aceptó, pero algo que él no tenía en cuenta era que terminaría sintiendo una atracción demasiado fuerte hacia el entrenador de ojos color esmeralda de su pequeña...