Que no nos vean.

213 13 9
                                    

Habían pasado días desde que Ana y Joaquín habían regresado de la finca, la misma cantidad de días que no se habían visto.

Cuando decidieron regresar, encontraron mejor que nadie se enterara de lo suyo. Habían amado tanto esa burbuja tan perfecta de felicidad en la que habían estado por todo un día que querían quedarse ahí para siempre; y aunque la idea empezó como un chiste de Ana, Joaquín realizó en que no era tan mala la idea, al final los únicos que debían saber que se aman eran ellos y podrían permanecer sin decirle nada a nadie hasta que se aclaren las cosas y así dejar que todo corra su curso, sin presiones y sin apuros.

Ana dejó a Joaquín en su apartamento y luego fue en dirección a su casa. Así serían las cosas por un tiempo. Disfrutar de su burbuja en su intimidad, en su privacidad.

Por otro lado, a ambos les parecía muy gracioso fingir que estaban tristes y destrozados a su manera, lo único que habían pactado era que nunca se habían visto y que la única que podía saberlo era Violeta porque ella sabía leer a Ana y Joaquín como nadie y se enteraría demasiado pronto, pero si se creía el cuento no había ningún problema en seguir con el juego.

Joaquín no tendría que mentir tanto, pues Teo no se enteraba de nada al respecto de su relación con Ana y pronto se iría a Panamá con Magdalena, algo que lo mantenía aún triste.

Durante los días siguientes Ana y Joaquín hablaron únicamente por chat y llamadas, llamadas qué  Ana trataba de ocultar al máximo, Joaquín reía tanto cuando derrepente se tenía que fingir que hablaba con alguien más y terminaban colgando sin decir nada.

Pero muy aparte de su romance, Joaquín había logrado conseguir las pruebas concretas y denunciar formalmente de Kike y estaban siendo visto por sus abogados. A Dolores no le quedó más que resignarse a dejar de tildar a Joaquín como aprovechador, pero estaba dichosa de que su hija y él ya no siguieran juntos. Cuando Dolores lo mencionaba Ana se quedaba callada o se hacía la incómoda y pedía un cambio de tema.

Aun así los problema —o las soluciones— no dejaron de llegar. Ayer por la tarde habían llegado citaciones a casa de Ana y Joaquín por la demanda de la licitación a Hova Arquitectos, y tendrían que verse. Todos tendrían que verse.

—Corazón, ¿cómo vamos a hacer mañana? —Susurraba Ana, escondida en su baño.

—No sé... No, pero escucha, tenemos que seguir con la mentira ¿no?

—Pues sí, yo supongo. Sería raro vernos y tratarnos como sí nada.

—Entonces hay que entrar en personaje. —Dijo Joaquín del otro lado, mientras se le empezaba a formar una sonrisa en el rostro.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo?... ¿Lo has pensado?

—No, pero tengo toda la noche, y si lo supiera tampoco te lo diría, ya no tendría sentido.

—Ah perdón, Señor Cortés.

—Ya, listo, listo —rió suave, imaginando la expresión de Ana. —No se enojé, Señora Ana. O no, mejor sí, enójese. Hablamos mañana.

Y colgó.

—¿Joaquín? —susurro despacio y cuando se dió cuenta que no era una broma lo dijo un poco más fuerte —¿Joaquín? Ahora qué planeas...

Media hora después recibió un mensaje.

«¿Qué pasaría si el amor de tu vida se va y no puedes pedirle perdón? ¿Cómo te sentirías? ¿Qué harías? ¿Qué harías, si tienes que verlo mañana a las nueve de la mañana en la fiscalia para dar a conocer su verdad?

Profundizalo, créelo y entra en personaje.
La amo, señora Ana. Nos vemos mañana 💙»

Y algo en la cabeza de Ana hizo click. Volvió a recordar como se sintió en la finca y cuando se enteró de toda la verdad. Un poco de tristeza la llenó nuevamente. Recordó las últimas palabras del mensaje de Joaquín, y se quedó con el sentimiento en el pecho.

𝐐𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐧𝐨𝐬 𝐯𝐞𝐚𝐧 | 𝐎𝐒𝟏 𝐂𝐨𝐧𝐞𝐣𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora