El enfrentamiento

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En el campo de batalla, Saldrek Ashphaer se alzaba como una figura enigmática así como poderosa. Su presencia imponía respeto además de temor, pues su dominio sobre las fuerzas vitales y los antiguos rituales draconianos lo convertían en una amenaza latente para el reino de Mystralia. Saldrek, envuelto en un aura sangrienta y enmarcado por tatuajes ceremoniales, canalizaba la oscura magia de la sangre tanto como los ritos ancestrales, creando un ambiente cargado de desesperación y peligro.

La magia de sangre, una disciplina tanto antigua como siniestra, le otorgaba a Saldrek la capacidad de manipular la esencia misma de la vida. Sus conjuros se entrelazaban con los latidos del corazón y la energía vital que fluye en las venas de cualquier ser vivo que le rodease.

Mientras el general a cargo del bando contrario, Andra Withelcaff,  se sumergía en el caos desenfrenado, Saldrek hacia uso de sigilos y entonaba conjuros cargados de energía primordial. Su magia era precisa y controlada, una danza cautivadora y metódica en contraste con la magia indomable de Andra.
Cada movimiento de Saldrek estaba imbuido de una oscuridad inquietante, sus conjuros invocaban sombras y despertaban fuerzas primigenias que acechaban en los abismos más profundos.

El enfrentamiento entre el portador de la magia del caos, Andra y la magia ritual de sangre de Saldrek creaba una dinámica intensa en el campo de batalla. Las explosiones de energía caótica chocaban con las invocaciones tenebrosas de la magia de sangre, generando una danza mortífera de poder y resistencia. Era una lucha entre dos fuerzas antagónicas, cada una defendiendo sus propios intereses y objetivos.

Mientras Andra canalizaba la volatilidad del caos en busca de protección y salvación para los suyos, Saldrek se erguía como una amenaza oculta en las sombras, su poder innato representaba un peligro latente para el reino. Aunque aún no se conocían los verdaderos propósitos de Saldrek, su sola presencia desencadenaba escalofríos en aquellos que se atrevían a enfrentarlo.

En medio del caos y la oscuridad que bañaban el campo bélico, Andra y Saldrek se enfrentaban, desplegando cada uno sus habilidades siniguales. Era una batalla de voluntades férreas, una lucha donde las fuerzas de la vida y la anarquía se entrelazaban en un frenesí místico. Solo el tiempo revelaría quién prevalecería en este enfrentamiento mágico y qué consecuencias se desatarían en el delicado equilibrio del universo.

Andra Withelcaff, con debilidad se enfrentó a Saldrek en medio del torbellino de la batalla. Sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que Saldrek asestara el golpe final, pues el draconiano tenia bastante ventaja frente a el. Mientras su corazón latía con angustia, Andra buscó mantener la compostura y confrontar al enigmático oponente.

—Saldrek —susurró Andra con voz temblorosa—. Nuestro ejército poco a poco está ganando terreno contra los draconianos. Pronto serán derrotados y eliminados de nuestro territorio. ¿Por qué continúas luchando? ¿No malgastas a caso la sangre de tu deplorable gente? Solo ríndete, detén esto.

Saldrek, con una mirada feroz y desafiante al sentir insultado el valor de su gente, respondió con ira contenida.

—¡Cómo te atreves a subestimar a mi raza! Los draconianos somos fuertes y resilientes. No permitiré que nuestras vidas sean arrebatadas sin luchar hasta el último aliento. ¡Prepárate para recibir el golpe final!

En ese momento crítico, Andra se encontraba al borde de la muerte. Con la furia de la batalla rugiendo a su alrededor, decidió recurrir a un conjuro ancestral: "Aelindrath". Este hechizo prohibido, envolvía al conjurador en un remolino de energía caótica luminosa, desviando cualquier daño mágico o físico y enviándolo hacia una dimensión inestable donde seria absorbido y transformado nuevamente en energía.

Con una determinación temeraria, Andra pronunció el conjuro, pero los latidos apresurados de su corazón y el caos de la batalla perturbaron su concentración. El conjuro salió de sus labios con una pronunciación errónea, una leve variación en la entonación que alteró su verdadero propósito. En un abrir y cerrar de ojos, Andra desapareció misteriosamente del campo de batalla. El viento sopló con fuerza, llevándose consigo el eco del último hechizo lanzado por Andra, mientras Saldrek quedaba perplejo y furioso.

Ethyr: El pacto de los siete solesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora