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Cuando Taehyung despierta, el sol mañanero apenas se filtra por las altas ventanas del condominio. Está en el sofá de Jeongguk, acostado con comodidad sobre un edredón de plumas de ganso y una cantidad de almohadas que cualquiera encontraría excesiva.

Se estira con cuidado, haciendo una mueca cuando sus músculos protestan por el movimiento. El dolor despierta el recuerdo de la noche anterior: la convulsión, Jeongguk, el confuso viaje de regreso al apartamento.

"¿Cómo te sientes?"

Taehyung gira la cabeza hacia el otro lado de la habitación. Jeongguk está en uno de los sillones, tomando una taza de café. Lleva pantalones y una camiseta de dormir azul marino, además del cabello despeinado que Taehyung no está acostumbrado a ver.

"Uh, ¿adolorido? ¿Un poco aturdido?" Taehyung lucha por erguirse y sentarse, sus pies descalzos contra el frío suelo. "Más que nada avergonzado."

Jeongguk le sonríe con indulgencia, entra a la cocina y regresa con una taza humeante que deja en las manos de Taehyung cuando se acomoda a su lado en el sofá. Incluso con ropa de dormir, Jeongguk parece estar listo para salir en una portada de GQ. Con timidez Taehyung pasa una mano a través de su cabello revuelto, parece que las ardillas han anidando en su cabeza (o apareado con entusiasmo, dependiendo de qué tan inquieto haya sido su sueño).

El café está exquisito. Conociendo a Jeongguk y sus gustos ridículamente extravagantes, tal vez haya sido cultivado en una montaña sagrada en Colombia, regado solo con gotas de rocío de la selva tropical y cosechado por las manos de un harén de vírgenes montadas en unicornios o algo así.

"Toma" Avisa Jeongguk, arrojándole un frasco naranja. Taehyung logra atraparlo con una mano y lo gira para ver la etiqueta: Depakote. Es el frasco que lleva en su bolso mensajero. "Toma tu dosis de la mañana."

Taehyung rueda los ojos, pero obedientemente toma una de las píldoras con un sorbo de café.

"Te saltaste una dosis ayer, ¿no?" Jeongguk pregunta, con la mirada que usa cuando está interrogando a un testigo difícil.

"¿Qué...?" Taehyung se detiene, trata de recordar. Los últimos días han sido estresantes, ahora que Jeongguk lo menciona, está bastante seguro de que olvidó la dosis mañanera de ayer. Estaba atrasado en la revisión de estatutos, y luego Yoongi lo había enterrado en una pila de registros financieros erróneos. "Mierda ¿Cómo supiste eso?"

"El frasco dice que tomas dos al día y que se llenó el 8. Deberían quedar 44 pastillas, pero quedan 45. Entonces te saltaste una dosis ayer o en algún otro momento del último mes. Como sea, no puede volver a suceder, Kim."

Taehyung mira fijo el frasco, reflexionando sobre el hecho de que Jeongguk se ha metido en su bolso, sacado su medicación, leído la receta y contado meticulosamente las pastillas. Tal vez debería sentir su privacidad violada por su jefe, quien ha estado rebuscando entre sus cosas, indagando en su historial médico y -basta una mirada a sí mismo- en algún momento anoche también lo ha desvestido hasta dejarlo en calzoncillos.

Sabe que si hubiese sido cualquier otra persona, sentiría que han sobrepasado límites importantes pero con Jeon Jeongguk no hay límites: Él va a donde quiere, toma lo que quiere y de alguna manera se las arregla para convencer a todos de que en realidad les está haciendo un favor. Taehyung no es una excepción a esa regla, se encuentra deseando que Jeongguk derribe todos los muros que ha construido con precaución para mantener alejados a los demás.

Es emocionante y aterrador saber que toda su vida está a los pies de su jefe, porque puede haber partes de sí mismo que aún no le ha mostrado, pero sabe que si alguna vez Jeongguk se mueve para cruzar esa línea, él le dará lo que quiera sin dudarlo.

Merlot | KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora