Miopía • [JongSang]

miopía

—¿Se ven bien?, ¿no son muy cuadrados? —Suspirando, el joven de castaños cabellos dejó de tontear para girarse al encuentro de la vocecita angustiosa que demandaba respuestas y, mentalizándose al que probablemente sería su tercer flechazo en menos de diez minutos, le volteó a ver.

Mierda.

Kang YeoSang lo miraba expectante, aguardando por su opinión. Tenía la carita sonrojada y los labios rosas, vistiendo un suéter tejido y pantalones entallados. Su pelo largo tinturado de rubio le hacía ver adorable y el flequillo despeinado se acentuaba con gracia sobre la montura negra de aquellas gafas cuadradas. Choi JongHo tuvo qué morderse la lengua para no gritar.

—¿Y bien?

—¿Eh?

YeoSang rodó los ojos, quitándose los lentes de armazón cuadricular para regresarlos a la estantería de donde los había tomado y seguir curioseando por la tienda departamental mientras se quejaba de él y la pésima ayuda que le brindaba en aquella misión.

¡No podía reprocharle! los planes que Choi JongHo tenía para esa tarde se limitaban a quedarse en casa y dormir hasta perder la noción del tiempo. Sin embargo, Kang YeoSang, su hyung favorito y mejor amigo, le había llamado al móvil, solicitando acompañamiento en la búsqueda de unos nuevos lentes que reemplazaran a los que había roto con anterioridad.

JongHo era un chico perezoso y tranquilo, el típico muchacho que gastaba los fines de semana encerrado en su habitación, portando el mismo pijama por tres días consecutivos, sí, pero también era el jovencito complaciente que no sabía decir no cuando de Kang YeoSang se trataba.
Así que ahí estaba, paseando en el centro comercial de la ciudad con el chico que desbocaba su corazón, enamorándose más y más conforme le veía probarse diferentes estilos de espejuelos.

Se dio una bofetada mental y echó un vistazo a los numerosos estantes en aquella tienda. La verdad es que no entendía el afán y la exigencia de su mayor respecto a encontrar "las gafas perfectas". Cielos, que ese rubio podía ponerse unos lentes a lo Harry Potter y todavía seguiría luciendo bonito.

Y lindo.

Y sexy y precioso.

De hecho, ahora que lo pensaba, la idea no parecía descabellada...

Encaminó sus pasos hasta el adverso, quien fruncía los labios frente a uno de los tantísimos espejos del local mientras se probaba otro par de anteojos.
JongHo no tardó nada en posicionarse a su lado, dándole un empujoncito suave para captar su atención. YeoSang volteó la mirada hacia él y antes de que pudiese emitir palabra alguna, JongHo ya le estaba despojando de las gafas gruesas que traía para colocar en su lugar unas de armazón delgado y lente redondo que tomó de la estantería principal.

El mayor parpadeó en su dirección.
Parecía sobresaltado por la espontánea cercanía, pero a diferencia de lo que acostumbraba hacer cuando su espacio personal era invadido por cualquiera, se limitó a estar quietecito en su lugar, apretando los labios mientras JongHo peinaba un mechón rebelde tras su oreja, impidiendo que su pelo se enredara en las bisagras metálicas del accesorio.

Ese castaño de bonita sonrisa era afortunado de que YeoSang le quisiera, pues de haber sido otro ser humano, el rubio ya le hubiese dado un manotazo acompañado de una mirada exaltada y juzgona.
YeoSang no era tonto y por mucho que prefiriera despistarse, no podía negar las excepciones que hacía cuando de JongHo se trataba, ¡no era su culpa! simplemente así funcionaba y se sentía cómodo con ello.

Decir que no disfrutaba la complicidad silenciosa que existía entre su menor y él sería una mentira completa. Le gustaba la burbuja en la que podían recluirse y la manera tan suya para entenderse, para cuidarse... aun si aquel disfrute tironeaba más en dirección de lo romántico que de lo amistoso, YeoSang prefería seguir despistándolo, tomando lo que se le ofrecía y cediendo lo que su corazón guardaba sin pensar tanto en torno a ello.