Beso

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Spin me around to blur the line between you and I
What are you waiting for?
—HIM










Mai... la línea que existe entre tú y yo; aquella transparente, impalpable... arcaica como el tiempo mismo, nos une desde antes de mi nacimiento. Es por eso... que sé que debo estar contigo.

Cuando te veo... el fuego de mi alma enardece. Debo estar contigo. Me perteneces... y yo te pertenezco.

Dame una oportunidad... a través del beso. Porque el beso lo es todo; todo lo que necesito para decirte lo que siento. Eres mía.

...

Mai se colocó los auriculares; escuchaba una canción que la mantenía dando vueltas y vueltas. Pensaba que iba muy bien con su confusión. No lo sabía, pero ese era un detallito <<muy adolescente>>. Trunks se arrimó. Alcanzaba a escuchar el ritmo de la canción roquera; sonaba un tanto romántica. De pronto el pecho se le ensanchó; estaba conociendo los gustos de Mai; la estaba conociendo... ahora en esta etapa, porque, si bien ya la había conocido como niña. Mai no lo intuía, pero él sabía todo sobre ella. Conocía su carácter y lo que le gustaba. Sabía que era una testaruda, ruda, también una cobarde y una enojona; y también sabía que era una niña frágil; sensible... con un corazón que ni siquiera ella entendía. Pero ahora... ahora no sabía quién era; aunque... parecía la misma. En los bordes de su cara pudo vislumbrar su alma seria; misteriosa... y tenía el corazón enorme, pero tal vez comprimido. Quería saber más.

Ya un poco más tranquilo, sonrió. —¿Q-qué escuchas? —le preguntó.

Mai se quitó un auricular, y sin mirarlo a la cara, le dijo: —HIM.

Trunks sonrió nervioso. —Creo que no los conozco.

—Claro que no —dijo seria, mirando a la tapa del pupitre.

Mai, con el ceño fruncido, observaba ahora al tal Beta. Definitivamente no era humano. Lo sabía, pues en una ocasión, su amo Pilaf había intentado crear vida artificial, aunque al final... lo único que obtuvieron fueron simples robots. Lo cual... quizás era mejor, pensaba asqueada y aterrada.

Mai se llevó el pulgar derecho a los labios.

El detalle, que aceleró el corazón pubescente de Trunks, pronto se vio opacado por los celos. Ella estaba así porque estaba mirando a Beta, y deshecho, apretó el puño que descansaba en la tapa. Quería matarlo. De los celos nació la duda. Ya no pudo guardarla más. —Mai... ¿por qué miras tanto a ese tipo? ¿Te gusta?

Mai tardó en reaccionar.

Todavía mirando a Beta con desconfianza, respondió: —¡Estás loco! Míralo bien... él es un androide.

Trunks, desbocado, volteó a ver al enemigo. En efecto... él no era humano; no despedía ki alguno, además... podía percibir el <<parche>> que tenía por piel en el cuello. —No... me había dado cuenta.

—¿Ves? Te lo dije.

Trunks, embelesado, miró a Mai; estaba ciertamente orgulloso de ella; era tan lista y tan bonita. Por poco y se lanzaba a darle un beso; debía contenerse, pero el corazón cantaba. Aprovechó el momento y acercó su mano a la de ella; aunque no la tomó, el dorso acarició el de ella. Era... vida. El corazón se le estrujó de tanto amor; estaba perdidamente enamorado de ella. Mai, percibiendo la caricia, lo volteó a ver. No dijo nada, pero su boca se abrió. El corazón le latió rápido. Estaba... emocionada... y no sabía por qué. No pudo decir nada; solo se dejó acariciar el dorso de la mano durante algunos instantes. Una extraña incomodidad se apoderó de ella, y con vergüenza, apartó la mano. Bajó la cabeza. Trunks se entristeció; pero pese a todo, sintió que había ganado terreno. El que Mai se hubiera dejado acariciar la mano... era buena señal. Quizá... lo quería, justo como se lo había dicho aquella vez; cuando sus versiones del futuro se marcharon definitivamente.

Katherine WheelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora