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Sus primeras clases transcurrieron con calma. Debía admitir que estaba resultando un tanto cansado. Subir y bajar escaleras cada hora no era algo a lo que estaba acostumbrada.

—Ahora... dónde estaba la cafetería —su estómago rugía con fuerza, se había perdido el primer desayuno de las 7:00 am, por eso ahora se encontraba desesperada por comer algo.

Salió del edificio principal, cerca de ahí debería estar el comedor.

Los alumnos estaban dispersos por todo el campus, algunos en las canchas, otros simplemente platicando en el pasto. La mañana estaba tranquila, y el sol se encontraba en su punto más alto.

Hanni divisó a unos cuantos metros un edificio con ventanales grandes, y una reja al rededor en donde había unas cuantas mesas. La sonrisa en su rostro apareció de inmediato. Esa claramente era la cafetería.

Entrando al lugar pudo sentir con rapidez la esencia prepatoriana. Como aquellas películas típicas estadounidenses, en donde los alumnos están divididos por varios grupos; justo así.

Aunque claro, le importó un pepino en dónde se sentaría después, su prioridad actual era desayunar. La barra era variada, ensalada, sándwiches, jugo, frutas... No sabía porqué esperaba menos cuando se encontraba en una escuela de élite. Era notorio, tanto por la fachada del lugar, como la diferencia de la comida en una escuela pública.

Hanni claramente iba a aprovechar esa beca a cómo diera lugar, y pasando su ID de estudiante por el escáner, procedió a tomar un poco de todo lo que había en la barra. Su más grande sorpresa llegó al momento de ver una variedad enorme de panes, de todo tipo, y como buena amante del pan se llevó aquellos que le gustaban más.

Ahora si, con su bandeja llena podía comer tranquilamente, solo tenía que... encontrar un lugar vacío.

—Aquí es donde comienza la parte fea —Hanni había visto muchas de esas películas; en donde la protagonista se sentaba en una mesa, terminaban corriéndola y posteriormente comía su desayuno en los baños. Pero ella no quería eso, solo quería mantenerse en un perfil bajo, y no quería ser protagonista de ninguna historia.

Yunjin, Yunjin. No se encontraba por ningún lado, o por lo menos no la veía.

Pham soltó un fuerte suspiro, limitándose entonces a buscar con la mirada una mesa vacía, lejana a todo el bullicio y energía social. En su suerte encontró una, al lado de la reja, en la esquina.

No se veía mal, al contrario. Cuando llegó y se acomodó en ella, descubrió que desde ahí podía ver todo el movimiento del comedor. Le gustó, se le daba bien observar.

—Oye chica, lo siento pero esta es nuestra mesa —una voz la hizo sobresaltar, junto con unas manos firmemente posadas en la superficie del comedor. Su corazón comenzó a latir con rapidez, pero cuando hizo contacto visual con la persona que le había dirigido la palabra, logró calmarse.

Era Yunjin.

Ambas soltaron una risa, aunque la de Hanni sonó más nerviosa que la de la rubia.

Hey, what's up —Yunjin tomó asiento frente a ella, posando su bandeja también en la mesa. Atrás de ella, le siguieron dos chicas; una tenía un flequillo bastante tierno, y otra tenía rasgos bastante nipones.

Las chicas que le acompañaban se miraron entre ellas, Hanni supuso que algo confundidas por saber quién era.

—Chicas, les presentó a Hanni Pham. Es nueva ¡mi roomie! —Yunjin señaló a la vietnamita, sonriente. Esperando una clase de reacción por parte de sus amigas.

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