S E I S

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Dos semanas pasaron desde la accidentada cita con Taehyung. Él llamó dos veces más desde la mañana siguiente, y no respondí. Tampoco le devolví la llamada, a pesar de la amabilidad en los mensajes que me había dejado.

Yo era una terrible persona. Quería hablar con él, explicarle, pero cada una de las mil veces que pasé la conversación por mi cabeza, mis palabras se volvían confusas. Si no podía unir una frase coherente en mi mente, ¿cómo demonios se suponía que lo haría con Taehyung en la otra línea?

Lo pospuse y pospuse hasta que fue embarazosamente retrasado para ser por llamada. Después de un par de días, él dejó de llamar, y a pesar de que me sentí increíblemente culpable, fue lo mejor. Captó el mensaje, y yo nunca volvería a verlo de nuevo.

Debería haber sido un alivio, pero el pensamiento de eso me atormentó. En las tranquilas horas de la mañana, en mi escritorio sobre mi taza de cremoso Earl Grey, mientras cocinaba un salmón en jueves, y mientras yacía en cama en la noche intentado dormir, los recuerdos de la noche que pasé con Taehyung se filtraban en mi mente.

Cada vez que pasaba por Contempo en mi camino del trabajo a casa, me sorprendí a mí mismo revisando la mesa donde había estado sentado, esperando, para ver si estaba ahí.

Por supuesto, él no estaba.

Y cada vez que él faltaba en el bar, sentía un tipo de vacío extraño.

Mientras la semana transcurría, y me encontraba otro sábado por la tarde con un sándwich de tocino, lechuga, tomate y aguacate, una parte de mi deseaba sacar el nombre de Taehyung de mi lista de contactos. Todavía no me había decidido a eliminar su nombre, aunque debería haberlo hecho el primer día.

Un golpe en la puerta de mi oficina me sacó de mis pensamientos sobre Taehyung.

—Adelante —llamé.

—Oye, Jimin. Iremos a Mulligan esta noche por unas cervezas, si quieres unirte a nosotros.

Jongin era una nueva incorporación al campus, acababa de comenzar el semestre anterior, pero ya parecía haberse puesto cómodo, encajando perfectamente con los demás profesionales. No lo conocía tan bien, aparte de encontrarlo unas veces en los pasillos y en un par de nuestras reuniones departamentales.

Me había tomado casi dos años de conversaciones incómodas para ser invitado regularmente por mis compañeros de trabajo. Incluso eso probablemente, había sido más cosa de Mina que mía, pero él se había integrado sin problemas en el grupo.

—¿Esta noche?

Él se encogió de hombros.

—Sé que es noche de bar y la mitad de nuestros estudiantes van a estar ahí, pero nadie tiene planes. Es de último minuto, pero pensé que te gustaría ir.

文本关系 [ VMin | MinV ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora