El segundo año ha llegado y los cuarteto de oro están mas que están listos para regresar. Después de lo que pasaron en el primer año, cuando Harry y Elise se enfrentaron por primera vez a Voldemort, lo único que querían era volver, más Elise.
Cuand...
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Elise
Al día siguiente, Hermonie y yo ya estábamos abordo del tren. Lo extraño es que no Harry ni Ron no estaban y ya era super tarde.
El tren empezó avanzar siendo así que los chicos no llegaron. ¿Dónde estarán?
Ya estábamos por llegar. En meterme tanto en mis pensamientos, por la ventana veo como algo volar, no podía verlo bien, hasta que se acerca y veo que era un auto azul, ¿volando?
Hasta que no lo ví más y desaparece, eso sí que no lo veía venir.
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Porfin llegamos a Hogwarts, extrañaba estar aquí. Ahora en mi segundo año. Ya era de noche y ni yo ni Hermonie sabíamos nada de Harry y Ron.
Pero al día siguiente ya estando en la clase aquí en el invernadero, los vemos a los dos, ya nos dijeron que más o menos paso y así lo dejaron.
Teníamos batas y cosas para la ocasión de la clase. Nos preparamos, cuando la profesora llega.
— Buenos días, —dice la profesora pero la ver que no le contestan vuelve a decir— ¡Buenos días!
— Buenos días, profesora.
Contestamos todos.
— Bienvenidos al invernadero alumnos de segundo, acérquense. —nos dice la profesora— Hoy vamos a replantar mandrágoras. ¿Alguien podría decirme las propiedades de la raíz de mandrágora?
En eso, sin dudarlo Hermonie levanta la mano, no me sorprendía. Es muy brillante.
— Srta. Granger —la nombra la profesora
— La mandragura o mandragora, se utiliza para regresar a los petrificados a su lado original. También es peligrosa. El grito de la mandragora mata a la que lo oye.
— ¡Excelente! 10 puntos para Gryffindor.
Dice la profesora, y miró a Hermonie feliz.
— Bien hecho, amiga —le digo felicitándola tomándonos de la mano
Ella me sonríe aceptando mi gesto y felicitación. Miramos a Harry y a Ron que también estaban felices por la respuesta de Hermonie.
— Como nuestras mandragoras son aún tiernas, su llanto aún no es mortal, pero los aturdirá por horas, así que les he dado unas orejeras de protección. Así que pónganselas de inmediato. ¡Rápido!
Nos explica la profesora y nos ponemos las orejeras.
— Presiónelas bien y obsérvenme. —nos dice la profesora y le ponemos atención— Asi que toman a su mandragora con firmeza y la jalan duro, desenterrandola de la maceta.
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