Hubiera curado las cicatrices con besos, antes que dejar que el propio tiempo las cerrase.
Hubiera encontrado la forma de volver a llegar hasta ella, a través de toda la oscuridad del mundo, sabiendo solo el recuerdo que dejó.
Hubiera no querido caer rendido de su cielo, agotado de volar con las alas rotas, con tal de seguir manteniendo la luz que espero todavía la cuide.
Por haber y querer, querría haber sido un ángel de la guardia eterno, y proteger el motivo de su creación, como lo fueron sus caricias, casi mágicas, que todavía resuenan en esa salvación fallida.
Las risas ya no se oyen, y han dejado paso a unas noches en la distancia que poco tienen que envidiar al infierno.
Asi, el ángel, hoy caído, a veces se arrepiente de haber abandonado su propio paraíso, y se cuestiona cuan poderoso puede llegar a ser el miedo y la duda en momentos de debilidad.
Tantas cosas hubiera querido, que hoy no son más que una lista de fallos y de deseos incompletos, que se quedaron a mitad del camino hacia la felicidad, desde sus labios, hasta los sueños que nunca alcanzaron.