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Todos fingían no darse de cuenta de como se ahogaba, dejaron que la ilusión escapase de entre sus cansados dedos, haciendo parecer que los débiles y últimos intentos de llanto eran solo otro de muchos sonidos a los que ya se habían acostumbrado.

Ya no esperaba encontrar salvación alguna en nadie, y había aceptado su propia marcha mucho antes de encontrar su final. Se había cansado de escuchar las mismas notas tristes una y otra vez y de ver el mismo día nublado durante todo el año.

Hacia tiempo que para el resto, parecía haberse vuelto poco mas que un recuerdo, incluso antes siquiera de haber desaparecido, y seguro, que de algún modo, esa sombra fue lo que terminó por acabar con él.

Así se marchó para siempre, dejando tras de sí un rastro de tinta, y un montón de palabras que jamás fueron dichas ni escuchadas por nadie, junto a un sentimiento que con los días pasó de ser tristeza a ansia, para encontrar fin a aquel eterno castigo impuesto por el olvido.

A corazón abiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora