Sophie y yo

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Cuando era niño solia jugar en el jardín junto con mi hermana Carol, Brook y un niño llamado Félix; todos los días por las tardes salíamos a correr por las calles del barrio hasta cansarnos, Félix siempre fue un tramposo y quería jugar sucio pateando piedritas para que alguno tuviera que evitarlas y retrasarse al correr, es algo estúpido ahora que lo pienso pero los niños se divierten con cualquier cosa.
Nuestras carreras y juegos y salidas se volvieron rutinas, los vecinos nos conocían y sabían de nuestros juegos tontos, Brook nunca podía ganar en las carreras y se desquitaba cuando al llegar a casa todos juntos cenabamos y competíamos a ver quién terminaba de comer primero, Brook compensaba su poca velocidad con un estomago extenso, y ya que todo era una competencia para nosotros no veíamos la hora y solo pensábamos en divertirnos.
Un día Félix llegó a casa acompañado de una niña llamada Sofía, era algo tímida pero destacaba su atuendo, vaya que sabía como vestir esa niña para tener tan solo 9 años, mis ojos se clavaron inmediatamente en su largo cabello y sin pensarlo me le acerque y le hable, pensé que un "hola" bastaría para que dejara a un lado su timidez y pudiera abrirse un poco más pero no fue así, esa bella niña tenía un caparazón de timidez que le impedía hablar, o al menos conmigo fue así. Cuando vio a Carol se le acercó y en un abrir y cerrar de ojos ese par se volvió inseparable, Félix y Brook notaron el gran giro que tomaron Carol y Sofía, no sé separaban nunca y con el tiempo se volvieron mejores amigas hasta el punto en que Sofía pasaba en mi casa más de lo que yo imaginaba y podía soportar.

Cuando cumplimos 13 ya se había vuelto una costumbre ver a Carol y Sofía muy apegadas, tanto que ya tenía un plato de comida y una silla asegurada en nuestra mesa, ver a esa niña tan seguido y escuchar su sonrisa y su voz tantas veces al día junto con mi hermana fue algo que al principio parecía tedioso pero logré agarrarle cariño.
Una mañana desperté y Sofía no sé había ido a su casa, sino que estuvo toda la noche en la habitación de al lado junto a mi hermana en una especie de pijamada toda rara, al verme no pudo contener la risa y soltó una carcajada que me dejó extrañado, no entendía de que se reía, luego llamó a Carol y al verme ella también soltó una carcajada enorme, pensé que habían enloquecido hasta que entre al baño y al verme al espejo me di cuenta de que mi rostro había sido víctima de un crimen, me habían llenado toda la cara de rayones de labiales y maquillajes; ese par se había ganado una venganza segura así que después de limpiar mi rostro fui cuidadosamente a su habitación con la intención de esperarlas a que ingresen nuevamente para asustarlas y obtener mi venganza.

Demoraron un poco en llegar pero al estar ahí pude ver cómo entre las cosas de su pijamada Sofía tenía unas fotos mías encerradas en corazones rosas, creí que las fotografías las había tomado Carol pero esa mujer no sabe tomar fotos que no salgan borrosas, supuse que las había tomado Sofía pero no entendía el porque, así que omití eso y me centre en mi venganza, justo en ese instante escuché que alguien se acercaba así que me escondí detrás de la puerta del armario y esperé a que entraran las dos para asustarlas y conseguir mi objetivo.

Al entrar ambas escuché que venían conversando de lo gracioso que les había parecido jugarme esa broma

-jajaja Sofía eres malvada, le dejaste la cara a Andy toda pintada.

-siii, jajaja fue tan gracioso, ojalá hubiera tenido la cámara en ese momento para tomarle otra fotografía.

- ¿Tanto te gusta Ander? le has tomado muchas fotos y las has decorado con corazones por todos lados

- no me gusta tu hermano ¿Enloqueciste? Jamás me enamoraria de alguien tan tonto como el

- esas fotos entonces no significan nada entonces

- no lo sé, tal vez si pero tal vez no, no me confundas, es un niño muy lindo pero no lo amo para nada

- jajajajajajaja nadie ha hablado de amar

Tras escuchar esa conversación me sentí algo aterrado pero era tierno ver a Sofia decir esas cosas, creo que en ese momento sentía algo de simpatía por ella, no podía salir del armario o se darían cuenta de que escuché su conversación, eso la haría sentir completamente humillada.
Decidí esperar a que salieran nuevamente para escapar sin que me notaran. Desde ese momento me acerque más a ella, y ella al notar mi interés también decidió acercarse un poco más a mí, fue así como poco a poco le agarré un poco más de cariño y no nos esperábamos nunca, incluso empecé a llamarla Sophie de cariño, pues ese era el nombre que siempre quería aunque no era mucha la diferencia de Sofía a Sophie pero el que yo la llamara así hacía que ella se sonrojaba.
Poco a poco nuestra relación crecia y al cumplir 14 años empecé a aceptar que esa niña tímida que llegó hace unos años era ahora la razón de mis sonrisas y mis desvelos, empecé a admirar su belleza cada vez más y me perdía en su mirada, solo bastaba una palabra suya para ponerme nervioso y enloquecerme, Brook se burlaba de mí y me decía que había perdido lo rudo por dejarme atrapar de esos sentimientos,  a lo cual le respondí con un buen golpe en el brazo. Carol no perdía oportunidades para burlarse también y siempre que podía nos dejaba solos con el objetivo de que ocurrieran cosas, esa hermana que me cargo yo siempre ha sido muy alcahueta con ese tipo de cosas.

Una tarde me llene de valor y fui hacía donde estaba ella con el propósito de decirle cómo me sentía y lo que quería. Al verla me acobarde y no pude decir nada pero si pude abrazarla, y sin decir ni una palabra ese abrazo significó mucho para ambos; tenerla entre mis brazos tan suave y linda me ponía nervioso y me aceleraba el corazón, no tenía palabras, no sabía que decir, solo la mire fijamente a los ojos y con una mano en su cintura y la otra acariciando su cabello, ella pudo saber lo que mi corazón decia sin que mi boca lo dijera, sentir su piel rosando la mía fue algo mágico e inexplicable, y lentamente me le acerque y luego ella a mi también, hasta el punto en que podía sentir su respiración, poder tenerla tan cerca de mi era algo mágico, ver sus labios rosados y yo con mis ganas de besarlos, ver sus mejillas y yo con mis ansias de acariciarlas, tener su cabello en mi rostro y yo tan nervioso sin pensar solo actúe y le di un beso, inmediatamente colocó sus brazos al rededor de mi cuello abrazandome y me concedió el honor de poder ser su primer beso así como ella fue el mío; sus labios tan dulces me atraparon y me hicieron desear que ese momento fuera eterno así como las fotografías que me tomaba sin yo darme cuenta, ese beso aumentó mis sentimientos que antes estaban nublados y ahora eran más que claros, era ella la mujer que me tenía como loco y era ella el brillo de mis ojos, después de besarla no la solté, no quería alejarla, solo quería disfrutar más de estar tan cerca de ella, y se que ella pensaba igual porque sin soltarme ella me dió otro beso y esta vez su maldad salió a la luz por primera vez con una mordida leve en mis labios, al hacerlo abrí mis ojos y pude ver los suyos tan brillantes y hermosos como diamantes, tan lindos y en ellos me pude ver a mí, todo enamorado, perdidamente enamorado de esa mujer.

Desde ese momento ambos sabíamos que nuestra relación ya no se limitaba a una simple amistad, sabíamos que éramos algo más y que no eran necesarias las palabras, solo una mirada bastaba para que ambos pudiéramos saber lo que el otro pensaba, esa conexión no era de amigos, no, esas vibras eran de amor, un amor que sin pensarlo se volvería agridulce.

lo duro de ser jóven Donde viven las historias. Descúbrelo ahora