Capitulo Seis

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Miró al peli-naranja, notando el interés en sus ojos, y su primer pensamiento fue negarse aludiendo a que su esposo lo iría a buscar, que no se preocupara, pero si era honesto consigo mismo...

Bueno, Bachira estaba cansado.

-Eso...estaría bien -acepto sonriendo suavemente

Sí, estaba agotado de viajar sin nadie a su lado, llegando a una casa vacía y helada, comiendo algo frío mientras miraba la televisión para hacer algo y luego yéndose a acostar a esa cama enorme que se sentía incómoda y triste.

Sobre todo cuando pensaba que isagi podía estar compartiendo cama con su amante.

Trató de desviar ese pensamiento, fingiendo oír la conversación de kunigami, contándole sobre los logros de su hija en el jardín de infantes, subiendo al asiento del copiloto sin decir otra cosa.

¿Isagi disfrutaría de sus encuentros con su secretaria? De seguro que sí, después de todo, ¿no lucía enamorado y pendiente de él como lo había hecho con él durante tanto tiempo?

bachira tenía miedo de perderlo, aunque una parte de él le susurraba que ya era tarde, que isagi se le había ido de las manos y ahora le pertenecía a otra persona.

No quería ser negativo, él trataba de creer en el amor que isagi le tuvo tanto tiempo y aun tenía y apelar a ello para volver a conquistarlo, para demostrarle que su amor seguía allí, sólo había que regarlo, pero luego de eso, ¿Qué vendría? Las cosas no volverían a ser iguales, lo tenía claro.

¿Cómo lo serían cuando isagi estaba amando en ese mismo instante a otra persona?

¿Y cómo no amaría a su secretaria? bachira lo conocía no sólo de vista, había hablado con ella también cuando se la encontraba al momento de visitar a isagi en su oficina. Hanna era una mujer linda, educada, amable, inteligente y graciosa, que solía atraer las miradas para donde fuera con su porte, y su gran sonrisa .

bachira creía firmemente que no podía competir con ella.

Allí donde Hana era todo risas, bachira era apenas una carcajada. Allí donde Hana era un rosal, meguru era sólo una margarita. Allí donde Hana era una tormenta, bachira era con suerte una llovizna.

bachira no culpaba a isagi por enamorarse de su secretaria.

Pero aun así, dolía por qué bachira siempre se había enorgullecido de tener el corazón de isagi solo para él, y ahora no le quedaba nada de eso. Solo una pequeña esperanza de que isagi  pudiera notar que ellos estaban destinados, eran almas gemelas, y decidiera aceptar esa tonta, pero consoladora oferta que podía acabar muy mal.

Aunque si las cosas fracasan.

¿Qué haría bachira?

Ocho años de amor no eran fáciles de superar aunque para isagi lo hubieran sido.

- Meguru ¿por que lloras?

Parpadeó, levantando la vista, encontrándose con el preocupado rostro de kunigami frente a él.

Se dio cuenta entonces de que kunigami estaba estacionado fuera de su casa y la hija de este dormía en el asiento trasero, sentada en su sillita.

Llevo sus manos a sus mejillas, notándolas húmedas, y abrió la boca para disculparse.

Aunque lo que salió no fue una disculpa, sino un jadeo de dolor mezclado con un sollozo.

Cubrió su boca, derrumbándose por completo sin saber por que.

Dolía, dolía tanto ver que isagi, la persona a la que consideraba el amor de su vida, de pronto se diera cuenta de que no lo amaba como decía hacerlo, buscando a otra persona con la que compartir su vida, y lo hiciera a un lado porque ya no lo quería.

Dolía ser desechado y tirado a la basura.

Dolía ver que era el único enamorado y el único que estaba dando algo por un matrimonio que parecía perdido desde hace mucho.

- L-lo si-siento... - sollozó entre hipidos.

- No, no, no te disculpes, no pasa nada - se apresuró a decir kunigami con pena en la voz - . No llores, bachira , por favor, me rompe verte así.

Las manos de kunigami acariciaron su rostro húmedo e hinchado, pero no vio la repulsión o disgusto en sus ojos, sólo eterno cariño y ternura, genuina preocupación y afecto que no veía hace mucho.

No, isagi fue el único en mirarlo de esa forma durante tantos años que había olvidado lo que era que otra persona se preocupara de esa forma por ti.

- kunigami, mi esposo me... me pidió el di-divorcio... - contó entre lágrimas - , él ya no... no me quiere... Y está bien, lo ju-juro, yo no... no puedo obligarlo a quererme, pero... pero no lo hace más fácil, y duele tanto, tanto...

Dejó que los brazos del contrario lo rodearan, atrayéndolo a ese cálido cuerpo desconocido pero cómodo que parecía sostenerlo tan bien en ese instante, y pronto dejó su hombro húmedo por las lágrimas mientras seguía sollozando por la tristeza que le embargaba.

- Tranquilo, bachira ... - murmuró kunigami acariciándole el cabello - , sé que duele, no te avergüences de eso, ¿Si?- sintió unos suaves labios besándole la frente y le miró entre lágrimas - bachira, si quieres-

No alcanzó a oírlo porque en ese instante alguien abrió bruscamente la puerta del copiloto y lo agarró del abrigo, tirando de él, separándolo de forma sorpresiva.

Soltó un grito suave mientras kunigami se quejaba, saliendo del auto.

- ¡Oye, idiota!

bachira se volteó, encontrándose con el disgustado rostro de isagi.

Lo miró, sorprendido al notar su mandíbula apretada, sus ojos refulgiendo de la ira.

— Treinta días — concedió isagi con la ira teñida en su voz.

Pero sus palabras no lo sorprendieron.

No, lo que le sorprendió fue ver en el rostro de isagi , luego de que le hubiera pedido el divorcio, unos irracionales celos que no veía desde que ambos tenían veinte años y eran unos jóvenes tontos, ilusos, pero por sobre todo, enamorados.








gracias por leer :o

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