PRÓLOGO

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En el centro del campo de batalla del Torneo de Babosas, dos personas se debatían a duelo ante la atenta mirada de las personas que asistieron a competir.

-Haremos esto de forma sencilla -anunció el presentador mirando al hombre y a la mujer que se batirán a duelo-. En tres, dos, uno... ¡duelo!

Thaddeus Blakk miró arrogante y divertido a Mary, su rival.

-Querida, ríndete, sabes que te voy a ganar -le dijo orgulloso.

La mujer arrugó el entrecejo antes de decir:

-¡No me tientes, Blakk! Sabes muy bien que te puedo ganar -lo desafió.

La pelea inició. Disparo tras disparo la batalla se fue dando. Ninguno de los dos parecía querer perder. Los minutos fueron pasando y ninguno desistió hasta que, tras haber superado el límite establecido, se declaró una batalla sin terminar.

La mujer, enfurruñada, enfundó su arma y caminó hasta su mecabestia mientras Blakk la miraba atentamente sin poder ocultar su expresión enamorada.

-¿Crees en el amor a primera vista? -le preguntó él al ver que ella se montaba en su mecabestia con intenciones de marcharse.

La mujer volteó, todavía molesta. Pero jamás imaginaría que esas únicas palabras terminarían en un amor adolescente de una sola noche.

Una noche que la marcaría para siempre.

9 Meses Después

-No seré madre de un monstruo de una noche -sentenció con todo su desprecio. Dejó a la pequeña bebé al pie de las puertas de la casa del hombre que la había engañado-. No voy a hacerme cargo de la hija de un infiel.

La mujer, muy molesta, dejó al bebé y se marchó.

Poco tiempo después la bebé comenzó a llorar en busca de calor.

Unos pasos resonaron en el interior de la casa, y, casi de inmediato, el hombre, alto y fornido, y con expresión furiosa, abrió la puerta y sacó la cabeza justo para ver a la bebé.

Su expresión cambió de furiosa a confundida, y de confundida paso a malévolamente sonriente:

-Tú me serás de mucha ayuda -tomó a la bebé en brazos y la llevó adentro.

El nombre de esa pequeña criatura sería el que la marcaría toda la vida...

Gwen.

Una pequeña que recibiría todo, menos amor y cariño de un padre.

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