Capítulo 1

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Capítulo 1

En la majestuosa sala de reuniones del Monte Olimpo, los 12 dioses del Olimpo se encontraban reunidos. El lugar irradiaba una energía divina y estaba decorado con mosaicos que representaban las historias y hazañas de los dioses.

En el extremo opuesto de la sala se encontraba Zeus, el rey de los dioses, sentado en su imponente trono. A su lado, Hera, la reina del Olimpo, emanaba un aura de poder y sabiduría. Los demás dioses ocupaban sus lugares respectivos, cada uno con su propia presencia y personalidad distintiva.

Ares, el dios de la guerra, se mostraba imponente y fiero, mientras que Afrodita, la diosa del amor, desprendía una belleza incomparable. Apolo, el dios del sol, irradiaba luz y energía, y Atenea, la diosa de la sabiduría, mostraba una expresión serena y pensativa.

Hermes, el mensajero de los dioses, se encontraba de pie, ágil y listo para entregar cualquier comunicado. Poseidón, el dios del mar, reflejaba la fuerza y la tranquilidad de las profundidades oceánicas. Hades, el dios del inframundo, permanecía en silencio, con una mirada misteriosa y enigmática.

Artemisa, la diosa de la caza, mantenía una postura grácil y una mirada penetrante. Hestia, la diosa del hogar, emanaba calidez y serenidad, y Dionisio, el dios del vino y la fiesta, parecía estar siempre listo para celebrar.

En medio de la reunión, se podía sentir la tensión y la importancia de los temas que se discutían. Las decisiones tomadas por los dioses afectaban directamente el destino de los humanos y el equilibrio del mundo. Cada uno expresaba sus opiniones, defendiendo sus intereses y propósitos divinos.

En esa sala de reuniones, se concentraba el poder y la influencia de los dioses del Olimpo, y las decisiones que allí se tomaban resonaban en todo el universo mitológico. Era un lugar sagrado y reverenciado, donde los dioses se encontraban para deliberar, debatir y mantener el orden y la armonía en el mundo divino y terrenal.


En la imponente sala de reuniones del Monte Olimpo, Zeus, el padre de los dioses, se levantó de su trono y miró a cada uno de los presentes con seriedad y determinación. La atmósfera se llenó de expectación mientras los demás dioses prestaban atención a las palabras del rey divino.

"Escuchadme, hermanos y hermanas", comenzó Zeus con una voz que resonó en toda la sala. "He convocado esta reunión para establecer una norma sagrada que debe ser respetada por todos nosotros: ningún dios podrá tener otro hijo, ya sea con un humano o con otro dios".

Las miradas de sorpresa y confusión se extendieron entre los dioses, pero Zeus continuó explicando su decisión. Relató la profecía que Apolo, su hijo y dios del sol, había compartido con él. La profecía hablaba de un hijo de un dios que eventualmente desafiaría el dominio de los dioses sobre los hombres y pondría en peligro el orden establecido.

"Esta profecía es una advertencia, una señal de que debemos ser cautelosos y responsables en nuestras acciones", afirmó Zeus con solemnidad. "Nuestro control sobre los mortales es un equilibrio frágil, y debemos evitar cualquier posibilidad de que se rompa. Es nuestro deber proteger a los humanos y guiarlos, pero también debemos reconocer nuestros propios límites".

Los dioses murmuraron entre ellos, algunos mostrando aceptación y otros manifestando su descontento. Sin embargo, Zeus era firme en su decisión y recordó a todos la importancia de mantener la estabilidad en el mundo mortal.

"Como dioses, tenemos el poder y la responsabilidad de salvaguardar la armonía y el orden en el mundo", proclamó Zeus. "Debemos ser sabios y humildes en nuestras acciones, evitando cualquier riesgo innecesario que pueda amenazar el destino de los mortales".

La sala quedó en silencio por un momento, mientras los dioses asimilaban las palabras de Zeus. Reconocieron la sabiduría en sus palabras y comprendieron la necesidad de tomar precauciones. Finalmente, acataron la nueva norma establecida por el rey de los dioses.

Naruto Hijo de Hades y PersefoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora