Illicit Affairs

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Una cantante británica y un actor estadounidense se encontraron en una fiesta llena de luces brillantes y música enérgica. El ambiente era electrizante, pero algo más los atraía. Sus miradas se encontraron entre la multitud, y en ese momento, supieron que había una conexión inexplicable entre ellos.

Ella se acercó tímidamente al ojiazul, su corazón latiendo con fuerza mientras luchaba por contener la emoción que sentía.

—¿Te importa si nos tomamos un momento para hablar?—, preguntó Adele con una sonrisa nerviosa.

El castaño asintió, intrigado por la mujer misteriosa frente a él. Se alejaron del bullicio de la fiesta y encontraron un rincón apartado donde podían hablar en privado.

—¿Quién eres?—, preguntó él con una sonrisa juguetona.

—Soy Adele—, respondió ella, su voz suave y cautivadora.

Chris se sintió atraído por la calidez de su voz y por los ojos expresivos que lo miraban con intensidad.

—Es un placer conocerte, Adele. Soy Christopher, pero la mayoría me dice Chris—, dijo él, ofreciéndole su mano.

Adele tomó su mano, sintiendo una descarga eléctrica al contacto. Ambos sabían que había algo más entre ellos, algo que iba más allá de la casualidad.

A lo largo de la noche, ella y él compartieron risas y conversaciones íntimas. Se dieron cuenta de que tenían mucho en común, más de lo que habrían imaginado. Pero también sabían que había un obstáculo insuperable: ambos estaban en relaciones comprometidas.

Adele intentó alejarse, consciente de la complejidad de la situación. Sin embargo, su corazón la llevó de vuelta a los brazos de Chris, incapaz de resistirse a la atracción magnética que sentían el uno por el otro.

—Esto no está bien—, dijo Adele en un susurro, luchando contra las emociones que la consumían.

—No puedo evitarlo—, respondió Chris, acercándose más a ella. —Nuestro encuentro es como una fuerza imparable que nos arrastra el uno hacia el otro.

La cantante se quedó en silencio, luchando contra sus sentimientos encontrados. Sabía que lo que estaban haciendo era peligroso, pero el amor que compartían era incontrolable.

A lo largo de las semanas siguientes, Adele y el actor continuaron con sus encuentros clandestinos, encontrándose en rincones escondidos, lejos de las miradas indiscretas. La pasión que compartían era como una llama ardiente que los consumía por completo.

Sin embargo, con cada encuentro, también crecía la culpa y la angustia. Ambos se dieron cuenta de que estaban lastimando a las personas que amaban y que su amor prohibido solo podía llevarlos a la infelicidad.

Un día, Adele tomó una decisión difícil pero necesaria. Se reunió con Chris una última vez, el corazón encogido por la tristeza.

—No podemos seguir así—, dijo la rubia con voz temblorosa. —Estamos lastimando a las personas que amamos, y esto no puede continuar.

Él la miró con tristeza, sabiendo que tenía razón. —Lo sé, pero no puedo negar lo que siento por ti.

—Yo tampoco—, confesó Adele. —Pero tenemos que ser fuertes y hacer lo correcto.

Ambos sabían que su amor ilícito debía terminar. Aunque el dolor los invadía, se separaron, llevando consigo el recuerdo de su amor prohibido.

Con el tiempo, ambos siguieron adelante en sus vidas, aprendiendo de la experiencia y encontrando la felicidad en relaciones que eran auténticas y sinceras. Aunque nunca olvidaron el amor que compartieron, sabían que su destino estaba escrito en caminos separados.

El recuerdo de aquellos encuentros clandestinos siempre los acompañaría, recordándoles la intensidad del amor que una vez vivieron. Aunque el tiempo los separó, sabían que aquel amor prohibido había sido una lección profunda sobre la fuerza y los límites del corazón humano.

ONE - SHOTS (Adele y Chris)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora