IV. Red head threat.

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Salir con Yujin fue fácil.

No requería un gran cambio de horario, porque ya habían estado pasando cantidades ridículas de tiempo juntas mientras Yujin se apresuraba a terminar su pintura de mitad de trimestre, pero ahora era diferente, porque podían simplemente estar disfrutando de su compañía mutuamente. Los deberes siempre eran lo primero, porque Wonyoung esperaba mucho de sí misma en lo académico y le decía a Yujin que ella también tenía que esforzarse, estudiara arte o no.

A Yujin le gustaba salir y hacer cosas, y a Wonyoung no le importaba que la arrastraran, por muy estúpidos que fueran a veces los planes de Yujin. A Yujin le gustaba despertarla temprano los sábados por la mañana y arrastrarla a rincones aleatorios de la ciudad en los que nunca había estado. Le gustaba especialmente hacer todas esas cosas turísticas que hacían los visitantes de Seúl pero que los nativos no hacían en su vida. Aunque Wonyoung había vivido en Seúl la mayor parte de su vida, había tantas cosas en la ciudad que nunca había visto, que ni siquiera se le había ocurrido buscar.

También hicieron las cosas normales de las citas: prepararon el almuerzo para comer en el parque, miraron escaparates en Myeongdong, pasaron el día en el zoológico, donde Yujin cambió su animal favorito de perro a mono, a oso, a tigre, a león, a jabalí y de nuevo a perro. Yujin le enseñó a patinar una tarde, y fue realmente divertido, incluso cuando Wonyoung perdió el control y se raspó la rodilla. Yujin estaba tan angustiada y preocupada, tan arrepentida que Wonyoung tuvo que seguir asegurándole entre risas que estaba bien, que no estaba enfadada, que no se había roto la rodilla. De todas formas, Yujin dibujó un perro en su tarjeta de disculpas, y era tan bonito que Wonyoung lo colgó en su pared.

Cada semana iban a un restaurante diferente, y Yujin tenía la costumbre de elegir lo que sonaba más raro del menú y obligar a Wonyoung a probarlo, quisiera ella o no. El punto en su nuca donde más cosquilla sentía había sido descubierto demasiado pronto, y...

Yujin lo aprovechó en cada oportunidad, para vergüenza pública de Wonyoung.

Pero no pasaba nada, porque Yujin también la besaba a escondidas siempre que creía que podía salirse con la suya, en el metro o cuando caminaban solas por la calle, y a Wonyoung le encantaba que la besaran.

Le gustaba casi tanto como cuando Yujin se inclinaba hacia ella y le susurraba confidencialmente "Me gustas, Jang Wonyoung", como si cada vez fuera una nueva confesión, y hacía que todo el cuerpo de Wonyoung sintiera un cosquilleo hasta la punta de los dedos de los pies.

Tardó un par de semanas en decirlo, en superar la preocupación de que todo aquello fuera una especie de sueño provocado por una ilusión y un exceso de café expreso, pero entonces se puso de puntillas y apretó la nariz contra la curva del cuello de Yujin en la puerta de su apartamento mientras se daban las buenas noches, y murmuró: "Me gustas, Ahn Yujin".

La risa que se soltó Yujin, repentina y sorprendida y tal vez un poco aliviada, la hizo reír a ella también, y se besaron y besaron y no se dieron las buenas noches de verdad hasta un rato después.



No había nada inusual, a estas alturas, en que Wonyoung fuera al apartamento de Yujin justo después del laboratorio. Subió los seis tramos de escaleras, como siempre, y entró, porque Yujin nunca se acordaba de cerrar la puerta ni siquiera cuando salía.

Lo que era inusual era que ya hubiera alguien más, alguien alta e innegablemente bonita, y Wonyoung se quedó helada.

—¡Oh, hey Wonyoung! —Yujin se levantó de su silla, tirando su cuaderno de dibujo a un lado con la finalidad de agarrar el brazo de Wonyoung y hacerla entrar un poco más al apartamento—. Te presento a mi amiga Yuna, del departamento de ingeniería. Sé que da miedo, pero en realidad no lo da, así que no tengas miedo. —Wonyoung seguía confundida, pero dejó que Yujin la ayudara a sacarse la mochila y le consiguiera una silla.

of sketches and paintings | annyeongzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora