Lisa no era una mala persona.
Sí, a veces era un poco agresiva. Y fría. Y tal vez hasta un poco grosera. Pero se le pasaba con comida.
La mayor parte del tiempo.
Definitivamente no merecía esta tortura.
"Te faltó recoger una funda que está por allá," Seokjin, sentado en las gradas, señaló con su pinza recolectora. Lisa lo fulminó con la mirada.
"¿Por qué no mueves tu trasero y la recoges tu mismo?"
"Mi lindo trasero prefiere quedarse aquí, muchas gracias"
Lisa se aguantó las ganas de golpearlo de nuevo. Fue hasta allá y metió la basura en su funda. Recorrió el campo con la mirada. Parecía estar completamente limpio.
Genial. Podía largarse antes de tiempo.
Metió la funda de basura en uno de los contenedores y dejó la pinza recolectora donde le había dicho el conserje, para después coger su maleta.
"¡Hey, chica!," La sonrisa se borró de su rostro.
Oh, dulce libertad. Tan cerca, pero tan lejos.
Era el entrenador del equipo de fútbol. Los chicos estaban calentando, entre ellos estaba Jeon Jungkook.
"¿Estás castigada, no?"
"Sí, señor. Pero ya terminé de recoger la basura. ¿Puedo irme?"
"Hmmm," El hombre miró su reloj. "Acabaste más temprano de lo que debías. ¿Por qué no te quedas a ayudarnos en el entrenamiento?"
"¿¡Qué?!"
"Necesitamos una aguatera. Una chica bonita pero rara sabe venir casi todas las tardes, pero hoy no está," ¿Acaso era Jisoo? Definitivamente era Jisoo. Lisa tenía que conseguirse nuevos amigos. "Solo siéntate por ahí y le entregas el agua a los muchachos cuando la necesiten. ¿Entendiste?"
"Sí, señor," Masculló a regañadientes.
Regresó a las gradas y se sentó en la banca, cerca del cooler con las botellas de agua.
"Aw, alguien tiene que quedarse hasta más tarde," Seokjin se burló de ella. "Adiós, perdedora"
Lisa le puso el pie cuando pasó cerca de ella, haciéndolo caer sobre el césped. "¡Mi nariz!," Él chilló, atrayendo la mirada de los jugadores y del entrenador.
La fulminó con la mirada y se levantó del suelo. Su ropa estaba manchada. Lisa sonrió, complacida.
"Espera cuando le diga al director," Dejó de sonreír y lo maldijo en voz baja mientras se iba.
¿Por qué ella tenía que quedarse y él no?
Cierto. Su padre cagaba dinero y había construido el campo de entrenamiento.
El dinero realmente lo era todo en vida.
El entrenador sonó su silbato, dando por iniciado el entrenamiento.
No sabía por qué, pero sus ojos se desvían siempre hacia Jeon Jungkook. No era el más alto, ni el más musculoso, pero era rápido y ágil, lo cuál lo convertía en el perfecto mariscal de campo.
("No tiene nada en el cerebro, pero esos brazos....")
Pues, Jeon Jungkook sí tenía algo en el cerebro. No era el mejor de la clase, pero estaba en el top veinte. Y sus brazos, pues, eran... lindos de ver. Como ahora, por ejemplo, flexionándose mientras lanzaba el balón hacia otro compañero....
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emails i can't send
Teen FictionColección de emails que Lalisa Manobal no pudo enviar a lo largo de su vida.