Enalius

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Proteus:
─ No creé que se excedió esta vez? Ella no lo atacó. -el mayordomo se mantuvo en preocupación para la rubia que estaba siendo asistida en urgencia. ─ Ella no sabe las consecuencias de sus palabras.

Poseidón:
─ Proteges a esa mujer?

Proteus:
─ Con todo el debido respeto de la palabra, porque lo hizo? Pudo haberla matado.

Poseidón:
─ Y esta muerta? -preguntó con desinterés. ─ Quería respuestas

Proteus:
─ Pero esas no son maneras señor, ella está muy malherida. -señaló a la rubia, como si el estado de ella dependiera de ese sueño, un coma temporal. ─ Si no despierta que hará

Poseidón:
─ Ya es una diosa, va a sobrevivir, y estaré ahí cuando suceda. -se retiró sin más que decir, y todo con un propósito, era astuto.

Dejarla a medio morir haría que eso fuera parte del su plan..
Pero..
Como sucedió todo eso antes?
Tendremos que retroceder siglos atrás.

                                                                            
  ˏ⸉ˋ‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩̥̩‿̩̩̽‿̩͙‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩͙‿̩̩̽‿̩͙‿̩̥̩‿̩̩̽‿̩͙‘⸊ˎ

『 ⇨𝐅𝐥𝐚𝐬𝐡 𝐁𝐚𝐜𝐤 』

─ Meraliah! Meraliah!! Meraliah!!! -gritaba una mujer de cabellos castaños y vestimenta lujosa a los bordes del castillo de Sicilia. ─ Por favor donde sea que te hayas metido, no es divertido!

─ Señorita, la princesa más pequeña no se encuentra en estos rumbos. -la sirviente le aclaró a la mayor de las siete hermanas la situación.

─ Tiene que aparecer, la comprometimos con un excelente partido, eso ó entrar al séquito de vírgenes. -amenazó llena de furia.

─ Ella es una niña, es un alma libre llena de espíritu como la diosa Artemisa, que la bendiga siempre. -aludió la asistente para mirar por la puerta, tras cortinas delicadas la vista al océano de la isla.

Era una joven de brillante belleza y curiosidad, unica por el color de su cabello, sus hermanas eran envidiables castañas, rubias y peli negras, ella era la única pelirroja que llamaba la atención solo con verla.
Alimentaba la curiosidad buscando a las orillas del mar los caracolas,caparazones sin preguntarse porque eran así de imperfectos.

─ Pero qué linda eres. -le dijo a una tortuga bebé que había quedado atascada entre las algas, las aves acechaban por la presa. ─ Oh no.. No te dejaré morir.

La tomó con delicadeza, separándola de las algas, la dejó en la arena libre vigilando que las aves no se acercasen, no dejó ni un solo segundo hasta que la tortuga se perdió en el agua, sintió la espuma en los pies, eso la emocionó más.

─ No es posible que un territorio así de hermoso sea.. Tan malo.. -finalmente recogió una piedra peculiar, se sentó en la orilla sin importar cuantas veces se mojaba su vestido, solo inspeccionaba el color verdoso de esa magnífica roca. ─ Impresionante!

Recogió lo más llamativo de ese lugar, había piedras lo bastante llamativas, de colores tenues y brillantes, eso sin incluir que sentía una atracción al océano, desde pequeña fue así, nadaba sin supervisión, la última vez que lo hizo su hermano mayor falleció sin dar rastros, y creía que su hermano se manifestaba con ese cuerpo de agua.

─ Alexander.. Querido hermano.. Si aún sigues ahí.. Dame una señal..

Tenía un inmenso respeto al océano, se inclinaba para despedirse pidiendo por su pueblo. Una niña de 17 años devota a las deidades, sin conocimiento del destino que le pudiese ocurrir,ella era la última de las hijas en ser comprometida contra su voluntad.

─ Por favor.. Si estas ahí querido hermano.. Ayudame a escapar de mi trágico destino.. No quiero casarme y mucho menos con un anciano.

Se lamentó con la cabeza baja, a forma de suplica, sus manos puestas en la arena, la espuma del mar rozaba con los dedos, el cabello rojizo cubría su rostro de ambos lados de sus hombros.

Abrió sus ojos con lentitud, había una silueta frente a ella, demasiado varonil que satisfacía su gusto, vestía muy extraño, no era el típico traje tradicional griego, eso aun le llenaba de curiosidad. Se maravilló con el cabello tan bien cuidado, el color brillante, asemejando el color del oro, del sol.. El podría brillar más que eso?

Un inmenso silencio se hizo presente, las olas del mar habían cesado su sonido, porque este hombre solo con su presencia había echo eso?

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Un inmenso silencio se hizo presente, las olas del mar habían cesado su sonido, porque este hombre solo con su presencia había echo eso?

Poseidón:
─ Esta lejos de casa sirena. -el tono de desprestigio, esa superioridad que exigía una respuesta, aunque ella no fuera de esa raza. ─ Regresa a donde perteneces.

Ella aun seguía embelesada con la presencia, no hizo caso a lo que habia ordenado. Se mantuvo en esa posición, porque sabia que una figura tan imponente y que a primera vez de verlo, era digno de admiración.

Poseidón:
No me escuchaste!? Regresa al mar inmediatamente!

L-lo lamento.. -se sintió obligada a responder la orden aunque estuviese equivocado. ─ Pero yo no soy una sirena.. Tampoco una Nereida.. Solo soy..

Poseidón:
Intentas rogar por tu vida. -le preguntó sin siquiera cambiar el tono de su voz, era más bien una pregunta a su manera. ─ No seas ilusa, ninguna mortal puede ser identifica a una sirena.

─ Solo soy normal.. Una princesa ordinaria.. -procesó lo ultimo que el Rubió le había dicho. ─ Mortal!?

Poseidón:
─ Te atreves a contestarle a un dios?

Es un dios? -si eso era cierto, el podría exterminarla en cualquier segundo por su imprudencia humana. Inmediatamente hizo una postura de postración para lamentar el suceso amargo. ─ Perdone mi imprudencia! Nunca quise dirigirme así a usted! Aceptaré cualquier castigo.

El silencio dejo que respondiera, no se habían visto directamente, esa era la adoración que debía recibir un dios de un humano?
Era una satisfacción para el que alguien lo adorara sin siquiera ella tuviera conocimiento de que deidad era?
Si ella era lo suficientemente lista se habrá percatado que es el gobernante de los océanos, el tridente en sus manos lo podía dejar en claro.

Poseidón, dios de los mares, perdone mi comportamiento hacia usted. Se lo suplico -pidió a forma de petición, y sin más, le llegó la brillante idea de ofrecerle la colección de caracolas, conchas y piedras que había obtenido. ─ Haré lo que sea por usted, perdóneme.

Poseidón:
─ Lo que sea? -apuntó con su tridente, para que la punta central se colocara debajo del menton de la joven levantando su cabeza a lentitud. ─ Hasta que punto llegaría?

─ Por favor, sería capaz de lo impensable solo por obtener su perdón.

Poseidón:
─ Cada semana en este lugar. -la decisión y la frialdad del dios ante dicha propuesta. ─ Estaré vigilando sus acciones todo el tiempo, espero no decepcione.

Era inteligente, notó que la mirada del dios, no estaba en ella, aun así se esforzaría en cumplír lo prometido.

─ Puedo llamarle por su nombre o tiene alguno en específico?

Poseidón:
─ Como osas el nombre de un dios para tales actos!?

─ Perdóneme nuevamente.. Entonces le llamaré Enalius..

𝓛𝓪 𝓱𝓮𝓻𝓶𝓪𝓷𝓪 𝓭𝓮𝓵 𝓣𝓲𝓻𝓪𝓷𝓸 ||𝐒𝐡𝐮𝐦𝐚𝐭𝐬𝐮 𝐧𝐨 𝐕𝐚𝐥𝐤𝐲𝐫𝐢𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora