Capítulo 3

154 17 1
                                    

Años atrás

Parecía de película, las cosas no podían ir peor. Por un lado una chica joven se había levantado tarde, la alarma no había soñado en el horario, se despertó por los gritos del departamento de al lado y se le había quemado el desayuno.

Por el otro, un albino caminaba despreocupado con las manos en sus bolsillos pensando en como rompería la maldición puesta en su hermana menor, aún tenía tiempo para pensarlo pero debía de apurarse.

Caminando en direcciones opuestas y con su cabeza en otros asuntos. Nunca pensaron que ese mismo día conocerían a quien se convertirá en la distracción de uno y la perdición del otro.

Fueron solo segundos y algo que no pensaron ninguno. Un golpe se escuchó cuando la más baja se golpeó contra el cuerpo duro del mayor.

-Auch!- dijo la más baja. Se sobo la nariz por el impacto y levantó la vista. Estaba sentada en el suelo y miró al contrario.

Vestía de una especie de uniforme azul oscuro, era alto y se notaba de cuerpo trabajado, cabellos blancos y una peculiar venda en los ojos.

-Lo lamento!- se disculpó levantándose de un salto y haciendo una reverencia- no lo vi, o...mejor dicho aparecio de la nada y...

El contrario en cambio no escuchaba la explicación. ¿Como había....?. Estaba sumido en sus pensamientos. Aquella chica había atravesado su infinito y logrado tocarlo.

- Y bueno, era lo que faltará, al menos no tenía un café sino se lo hubiera desparramado tod...- abrió los ojos de golpe cuando el contrario se inclino a su altura con una mano en el mentón.

Se le coloreo el rostro, era la miraba inquisitivo y pensante. La analizaba de pies a cabeza. No había nada, ninguna pizca de energía maldita en su sistema. Ningún sello, nada.

Sólo era una humana común y corriente. Sin nada especial. Débil.

- Lo lamento- se disculpó una vez más en caso un susurro. Volvió en sí y se incorporó.

-No hay problema, no me hiciste daño- respondió sin más aburrido. Hubiera sido interesante encontrar a un oponente que atravesará si barrera.

Ella asintió y lo vio unos segundos, sin más se dio vuelta y siguió su camino apresurada. No volteo atrás como hubiera hecho otra chica.

Satoru miraba con aburrimiento la zona en la que se había ido. Volteo y miró el suelo, una billetera tirada donde antes estaba la contraria.

¿Por qué se tomaría las molestias de devolver aquello? Tenía cosas más importantes.

-Se le callo a la jovencita- la voz de una mujer mayor lo hizo voltear- pobre niña, se la notaba apurada.

- Si abuela- un joven de tal vez doce se agachó y tomo la billetera- tal vez tenga una identificación o dirección para llevarsela.

El albino sin decir nada siguió su camino. No era de su importancia una joven cualquiera en las calles de Tokyo, era la vida cotidiana de cada uno de ellos y ya les hacía el favor de desahcerse de las maldiciones que ellos creaban.

Aunque. Si cabeza hizo un clic enseguida que se giró y miró donde la chica se había ido.

No poseía energía maldita. Era alguien normal que... Era Perseguida por maldiciones de grados pequeños. Lo noto cuando uno de los sujetos al frente suyo que tenía una maldicion en su espalda, esta se había ido tras la joven.

No sólo eso. Todas las maldiciones del área lo habían hecho, dejando un rastro por el camino de energía que él lograba ver.

-Disculpen- se acercó a la anciana y al niño- yo le llevaré sus pertenencias- hablo lo más formal posible y amable, aunque no le gustará entablar conversación con gente común.

-Claro joven- dijo la anciana- encontramos un carnet, trabaja en una biblioteca en el centro- le pasó las cosas. Satoru las tomo y confirmo lo dicho.

Se retiro y comenzó su recorrido con tranquilidad. Saco el documento de la chica leyendo sus datos. Ariadna Lampell. Latina de unos años menor a él.

-El apellido me suena- murmuró, saco su celular y llamo por este- Ijichi !- dijo con humor- necesito que averigües información sobre alguien.

Narra Ariadna

Solté un suspiro al llegar. Mire la hora en mi reloj de muñeca. Había llegado justo a tiempo, trataba de regular mi respiración antes de dar un paso y entrar en la biblioteca.

Allí aún se estaban acomodando las cosas. Mire a la encargada quién movía y acomodaba unos libros.

-Oh! Lampell justo a tiempo- miró el reloj y sonrió- debo ir a llevar a mis hijos a la escuela.

-¿Ya se recuperó Hana?- pregunte mientras ponía los libros de las mesas en el carro para luego llevarlos a su sitio.

-Si, el médico dijo que solo fue un resfriado- soltó una risita- hoy abres a las ocho, los libros en sus lugares y...bueno, lo de siempre.

-Claro señorita Naomí- ella soltó una risita.

-Señorita!! Eso me hace sentir muy joven- sonrió- bien, te dejo el resto.

Asenti y ella se fue. Suspiré y me dispuse a hacer lo mío. Limpiaba las mesas, acomodaba las sillas, juntaba los libros y los repartía a sus respectivos estantes.

Cuando estaba colocando uno de los últimos, noté cuando una luz en el cuarto de almuerzos se apagó. Fruncí el ceño, me acerqué a paso cauteloso y miré el interruptor de luz.

Estaba de este lado así que lo encendí. No pasaba nada por lo que supuse que se había cortado la corriente en esa área. Pasaba a menudo.

Fui a los interruptores detrás del escritorio en recepción. Los encendí, abría dado una patada la electricidad que se había bajo la palanca.

Al encender escuché un ruido de aquella sala a lo que solté un grito.

-¡Paku si eres tú aviso que no es gracioso!- grite. Seguida escuchando ruidos. Seguramente era ella, mi compañera de trabajo a la que le encantaba asustarme.

Tomé un libro pesado que utilizaría para golpear a quien estuviera allí. Era de leyes fiscales. Me acercaba cautelosa.

-¿Paku?- llamé al notar un leve gemido de allí. Las luces titilaron y me asome.

Nada. No había nada allí, me resultaba extraño. Me adentre más tranquila a la habitación.

-Que raro- murmuré. Abrió los ojos de golpe y con horror cuando detrás de una mesa se asomaba y se movía una masa espesa oscura.

Dientes y ojos que me Sonreía.

- C€!#;#+@- decía cosas sin sentidos, le arroje el libro cuando se me vino encima. Lo absorbió a lo que corrí a la puerta.

Las luces se apagaron y la puerta se cerraba. Logré cruzarla y la cerré a mi espalda.

Caí al suelo mirando la puerta y me arrastre hacia atrás con los ojos abiertos y asustada. Escuchaba sus quejidos y no fue cuando se los alrededores más criaturas extrañas aparecieron.

-No, no, no- decía mientras retrocedía más. Mi espalda chocó con algo a lo que levanté la vista de golpe- ¿Que...?

-¿Necesitas ayuda?- la sonrisa ladina de ese hombre fue extraña.

Diversión y fastidio. Eso mostraba en aquel momento. ¿Que estaba pasando?

Betsu No Shiten [III] [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora