Capítulo 1

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—Despierta, despierta— habló un hombre

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—Despierta, despierta— habló un hombre.

—Leo, Leo— habló una mujer.

—¡Ahhhh!— gritó El Niño antes de abrir los ojos.

—Estas soñando, despierta— habló el hombre para tranquilizar a Leo.

—¡Leo!— gritó Amelia mientras abrazaba a su amigo.

—Ajá, ya despertó la princesa, hasta tu amiga se despertó primero— se burló otro hombre.

El primer hombre solo se sentó en su lugar.

—¿A dónde van los dos?— preguntó el primer hombre, el teniente.

—A Puebla— respondieron los dos niños.

Los hombres comenzaron a hablar entre sí, Amelia solo escuchaba sin soltar el brazo de Leo.

La carreta se detuvo tras unos minutos, un hombre encapuchado bajo de la carreta.

—¿Cómo se llaman?— preguntó el teniente Mandujano.

—Leo, Leo San Juan— respondió el chico.

—Amelia, Amelia Muñoz— respondió la fémina sin separarse del brazo de su amigo.

—Nosotros somos rebeldes insurgentes en pie de lucha, ¿saben por qué peleamos?— habló el teniente asustando a Amelia.

Amelia apretó su agarre al brazo de Leo, esta aún tenía miedo, hace solo unas horas aún estaba en posesión de esos hombres.

—Peleamos por la Justicia en este país— habló un hombre, José.

—Y trabajo, y comida para los nuestros, especialmente comida— habló otro hombre, García.

—¿Contamos con ustedes?— preguntó el teniente.

—Cuenten con nosotros, señor— habló Leo.

—Fuera el mal gobierno, Viva
México— habló el teniente.

—Viva México— hablaron otros dos hombres.

La carreta avanzó un poco, pero nuevamente fue detenida cuando dos soldados dieron la orden.

—¿A dónde van?— preguntó un soldado.

—A Puebla— respondió La Niña.

—¿Y estos?, ¿Son sus parientes?, ¿Ustedes son hermanos?— preguntó el soldado.

—Son mis parientes, señor, ella es mi amiga, la conozco desde pequeño— respondió Leo.

—¡Ey!, flojos, despierten— habló mientras despertaba al teniente.

El teniente fingió despertar, al igual que los otros hombres.

Tras intercambiar unas cuantas palabras dejaron que la carreta avanzara.

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