𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐎𝟓: 𝐏𝐫𝐨𝐭𝐞𝐠𝐞𝐫

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Había pasado un mes desde aquella cita, y Louis se sentía en las nubes. Había tenido unas cuantas citas más con el alfa, a veces se llegaba quedar en su casa, e incluso dormía en la misma cama que él.

Si pudiera flotar de la felicidad ya estaría en la luna. Todos en la guardería ya sabían que él estaba saliendo con el papá de Leilany y la verdad se alegraban por él y por la pequeña.

Estaban orgullosos de él, pues se había encariñado mucho con la pequeña y la amaba como propia. No muchos omegas podían hacer eso, la mayoría querían pequeños propios, no de otro Omega.

Quizás se debió a que Leilany no tenía ningún aroma de Omega y estaba necesitada de amor y cariño omega. Él también lo estaba, lo más que quería era tener cachorros y un alfa; ser amado y amar.

No sabe si fue un ángel quien escuchó su deseo y envió a dos personas para que fuese cumplido. Un alfa necesitando ayuda y amor, y una pequeña necesitando atención y cuidados.

Louis estaba más que dispuesto a dárselos, tenía mucho amor para los dos. Su Harry era un alfa atento, quizás aprendió eso por tener que hacerse cargo de una pequeña él solo, pues los cachorros necesitaban de mucha atención.

Le gustaba mucho eso. Le encantaba ver su celular y encontrar pequeños mensajes de Harry, le respondía cuando podía, pues tampoco descuidaba a los cachorros, antes muerto que eso.

El ojiazul quería dar otro paso, mudarse con el rizado. Así podría estar a tiempo completo con la pequeña Leilany, más no sabía si era muy pronto para hacer algo como eso. Podría ser un intruso en el territorio del rizado, sin embargo, ya había estado varias veces en la casa del alfa y este no mostró ningún signo de molestia.

Ansioso, nervioso e inseguro, esos eran sus defectos, tenía que lidiar constantemente con ellos, pero hacía lo mejor que podía para enfrentarlos, aun cuando las cosas parecían en su contra. Siempre estaba allí con una sonrisa tratando de ver el lado positivo de las cosas. Nunca se arrepentiría de trabajar en esa guardería y estar a cargo de la cachorra, menos de querer ser su madre.

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Eran las cuatro y media, los padres iban llegando poco a poco por los pequeños, y Leilany jugaba en el suelo con algunos peluches.

Todo iba bien, hasta que vio llegar a un señor mayor, su cabello era blancuzco y rizado, y tenía los ojos grises. No le dio buena espina.

—Buenas tardes, señor, ¿puedo ayudarle en algo? —preguntó cortésmente, tratando de impedir que entrara en el salón a su cuidado. No sabía quién era, por lo que no podía dejarlo entrar con los cachorros.

—Vengo por mi nieta —dijo con simpleza y trató de entrar al salón, pero Louis se atravesó.

—¿Su nieta?, disculpe, señor; pero nadie dijo que vendría, ni siquiera sé quién es usted. No puede entrar, si me da más detalles puedo ayudarle —lo único que quería era que se fuera, podía sentir la tensión en el aire. Incluso algunos de los otros padres le miraban curiosos por la situación.

—Leilany, ese es el nombre de mi nieta. Vengo por ella —el corazón de Louis dio un vuelco, y sus nervios se encendieron como pólvora.

—No puede llevársela, señor. Harry no dijo que usted vendría, él es su padre y no puedo dejarla salir sin su autorización —Louis solo quería que él se fuera, Harry le había mencionado que no se llevaba bien con la familia de la madre de Leilany, nunca lo hizo, y eso que solo los había visto un par de veces.

¿𝐌𝐚𝐦á? [𝐋.𝐒]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora