Nunca pensé que un anuncio podría desmontar todos mis esquemas.
Me presento, soy Kate y esta es la historia de cómo conocí a uno de los amores de mi vida. Emma y yo llevábamos tres felices años de relación en la que habíamos vivido experiencias plenas y muy interesantes dentro del mundo del bdsm. Ella era una chica trans, y yo una persona no binaria que aprendía a pasos lentos como convivir con sus dos lados.Más de una vez habíamos planteado añadir a una tercera persona ya fuera para una sesión o algo más duradero, e incluso roleabamos continuamente al respecto. Yo por ese entonces no era poliamorosa, ella sí, así que aunque la idea me gustaba tenía muchos pensamientos contradictorios.
Hasta ese entonces yo podía tener encuentros con otras personas siempre y cuando mi pareja no se viera afectada, ella no podía. A mí no me gustaba y a ella le parece bien. No obstante esa idea empezaba a colarse en mi mente y si bien no estaba preparada para algo serio, no perdía nada por pasar un buen rato con una tercera persona.
Temblorosa y con cierto nerviosismo decidí escribir un anuncio en una web de bdsm que frecuentaba, algo sincero y directo y dejando claro que no buscaba una noche rápida y fría. Ya que yo no podía tener vínculos sexuales sin un previo vínculo afectivo sin importar si era romántico o no, una de las condiciones era conocerse previamente, forjar lazos, algo. Me llegaron varias respuestas pero a decir verdad eran de hombres hetero que no iban a comprender nuestra identidad ni nuestro vínculo, hasta que vi tu mensaje. Alguien dulce, sincero, y con respuestas que se me clavaron en el primer instante. Tras hablarlo con mi pareja y darle el visto bueno decidimos organizar un encuentro, una quedada informal, únicamente para conocernos y ver si fluye.
Me pase toda la semana anhelando el encuentro ansiando saber cómo me sentiré al ver por primera vez a aquella persona que raptó mis pensamientos con un solo escrito. Estaba tan nervioso que no podía respirar y mi corazón estaba tan acelerado que pensaba que me desmayaría en cualquier momento. Me pasé todo el camino deseando volverme a casa, deseando correr a los brazos de aquella persona que no conocía y deseando que la tierra me tragase. Emma se pasó todo el trayecto calmandome y diciéndome cosas lindas mientras yo esperaba ansioso, alterado y al borde del infarto.
Estábamos esperando en la entrada del metro donde habíamos quedado mientras yo no paraba de dar vueltas, pegar saltitos en el sitio y suplicarle a Emma que me llevará a casa. Claro que todo cambio cuando vi a Matt acercarse... No me atrevía a mirarle de la vergüenza que me daba y mucho menos de abrazarle como mi cuerpo me pedía que lo hiciera. Fuimos a comer los tres juntos mientras charlábamos y conversábamos de cosas tontas y no tan tontas.
Al principio me era difícil saber que decir o que hacer, así que la mayor parte del tiempo estaba cortado sin saber que pensar, porque lo único que quería era acariciarle, sentirle. Me contuve mucho para no coger su mano en el restaurante.Al terminar de comer fuimos a un parque cercano, mientras hablábamos y comentábamos nuestros gustos en común, los planes a hacer etc
Pusimos unas mantas en el suelo, a modo de picnic, y nos pusimos a jugar, primero al ajedrez Matt y yo mientras Emma se reía de mi torpeza mental. Se me da mejor la versión online que la física, y el tener a Matt delante de mi hacia que todo me diera vueltas.Tras una penosa derrota que Emma y Matt disfrutaron descaradamente, decidimos jugar al uno un par de rondas para poder pasar un buen rato los tres. Las partidas eran amenas y mis amenazas y maleficios les parecía de los más divertido. Pasábamos el rato mientras yo los miraba de reojo, escaneando sus cuerpos y alterandome cada vez que compartíamos miradas. Dejamos de jugar y decidí tumbarme un rato, Matt estaba recostado delante de mí y yo no podía dejar de pensar en cómo sería tocarle. Tenía su estómago a su alcance así que rocé mis dedos por su piel, deleitándome con la textura y todo lo que aquello significaba. Me estremecí al notar el roce de sus dedos por mi cuello y hombros y yo intentaba contener la sonrisa que amenazaba con salirse de mis labios. Me deje hacer esperando divertida a que admitiera lo mucho que le estaba molestando mi chaqueta y lo mucho que quería seguir recorriendo mi piel expuesta. Cuando lo hizo me la quité complacida y estuvimos dándonos carantoñas y caricias por un buen rato. Me tumbe en su regazo y se incorporó levemente para seguir con las caricias. Pero necesitábamos más. El primer beso llegó por sorpresa, pero con cariño, un beso lento y suave que me dejó en las nubes y me hizo perder todo el sentido común que podía conservar. Besos que fueron subiendo de intensidad y que iban consumiendo todo a su paso mientras entrelazabamos nuestras manos y nos enredabamos en lo que estábamos sintiendo. Mezclar ráfagas de besos de Emma con las caricias de Matt y viceversa era una vorágine de sensaciones que jamás podré explicar a ciencia cierta. Solo diré que me sentía plena. Estábamos los tres en el parque, delante de las miradas de la gente y sufriendo como nos juzgaban en silencio, pero me sentía plena. De pronto me sentía feliz y me sentía completa y orgullosa. Me sentía en un limbo de paz y bienestar y no me quería ir por nada del mundo. Pero debíamos irnos, no podía quedarme eternamente entre los brazos de ellos dos. Fuimos juntos al metro y aunque moría de ganas decidí no ir de su mano. Llegamos a la estación y Emma se despidió de Matt y se despidió de mi mientras le decía lo mucho que le iba a extrañar e intercambiabamos cosas lindas. Matt y yo entramos al metro y nos abrazamos, cada uno tenía que irse por un lado pero no queríamos. Nos besamos y nos acariciamos lentamente mientras cogíamos fuerzas para irnos. Misión casi imposible cuando me ofreció ir a su casa, moría por ir a su casa, pero no podíamos, no nosotros dos solos. Nos despedimos y observé cómo marchabas mientras procesaba lo que mi corazón estaba sintiendo y sonreía estupido sabiendo que te habías colado en mi corazón de forma irreparable. Que iba a seguir luchando por eso.
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todo comenzó con un anuncio
Dragostequién diría que el amor puede surgir de un simple anuncio virtual