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Una de las tardes que Elis fue a vigilar a los animales, se topo con unas musas, se bañaban en el lago, unas cantaban, otras reían y otras bailaban, pero todas dentro del agua. Elis no se lo podía creer, nunca había visto ninguna y ahora veía nueve. Todas eran muy hermosas, con diferentes tonos de cabello, eran muy blancas tanto que parecía que tenían un tono de piel azulado, llevaban una especie de gasa por el cuerpo, pero al estar mojadas se les ceñía al cuerpo marcando todo, les colgaba sus largos cabellos por el pecho de ese modo lo tapaban. Diana le había advertido a Elis que eran peligrosas, según la diosa decía que estas musas solo pensaban en acaparar la atención de todo mortal, solo por placer. Pero Elis solo podía fijarse en lo hermosas que podían llegar a ser. Una de las musas se dio cuenta de la presencia de Elis, salio del agua y se acerco a ella. Esta musa era una de las que reían, era rubia y su piel de cerca era como cristal, tenia unos ojos color miel, era guapísima. La cogió de la mano sin decir nada, puso la otra mano encima y la dijo en un tono suave y tranquilo que ya sabía todo sobre ella, la explico que era una musa que con solo tocar podía saber como se llamaba y de donde provenía, nada mas decir esto continuó presentándole a las demás musas, sin poder pararse a pensar, Elis estaba desnuda y dentro del agua con las demás musas. Todas empezaron a tocarla el pelo, la cara y todas decían algún dato de ella como; es hija de Diana, pobrecita obligada a ser pura, hasta que llegaron a los mas profundo de los pensamientos de Elis, que era que le gustaba aquel joven. Todas quedaron en silencio, entonces Elis salio de aquel insomnio y salio corriendo del agua, mientas se vestía, todas las musa a la vez, de una manera melódica empezaron a decirle que si de verdad le quería que se saltase las normas. Elis salio corriendo al templo sin mirar atrás.

Todos los dias amaneceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora