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Bien. Cualquiera que le viera en ese momento, seguramente se burlaría de él.

Cuando decidió regresar, ciertamente no estaba pensando con claridad, como era debido, pero luego de pasar por la penosa vergüenza de devolver los productos que quería adquirir en la caja de la tienda además de todavía atreverse a coquetear con el dueño para llevárselos gratis, fue totalmente humillado tras el rotundo NO de la esposa del sujeto, que estaba prácticamente a nada de ceder.

Por lo que, se vio en la penosa necesidad de girarse de vuelta en dirección a Gangnam, y salir casi corriendo del establecimiento con las mejillas rojas, ensimismado en la tarea de conseguir a toda costa su billetera.

Su edificio algo viejo y grisáceo víctima de la contaminación, era uno de los pocos que quedaban de ese estilo en Gangnam, por lo que, creer en estúpidas historias de fantasmas era algo que nadie criticaría, siendo el lugar objeto de algunas "leyendas".

Tenía muchísimo miedo, se notaba con suma facilidad en sus piernas trémulas, casi como las de Bambi, y en el trastabillear torpe de sus dedos al presionar su piso destino en el botón del elevador.

Había visto suficientes películas de terror como para saber que el tonto o el homosexual morían primero, por lo cual, estaba doblemente preocupado por su pellejo. O eso se dijo a sí mismo.

Aunque sabía que aún seguía gente trabajando, no los conocía de nada, por lo que, pedir a un extraño que lo acompañara era una idea totalmente descartada, ya que era la típica escena donde le cortaban el cuello a la primera víctima, pero sobretodo, porque nada le aseguraba que aquella persona no fuese un psicópata asesino o un religioso extremo queriéndolo convertir.

Así que, continuó su camino, adentrándose al oscuro pasillo de su piso que le llevaba directamente a la oficina apenas el elevador se detuvo, pudiendo distinguir de inmediato los cristales de la puerta corrediza que separaba su espacio de trabajo del resto.

Si era honesto consigo mismo, las luces bajas y lo solitario que lucía todo a esa hora, probablemente pasando de las diez, le daba un ambiente aún más espeluznante, que lo hacía mantenerse en alerta.

—Mierda— murmuró por lo bajo— mis piernas deberían estar temblando pero por otra razón... — agregó, sacando su móvil de su bolsillo, un poco nervioso por encender la linterna.

Con el terror a flor de piel, erizando los vellos de su nuca, avanzó lentamente, pues poner un pie delante del otro se convirtió en el trabajo más difícil de realizar alguna vez, hasta que, un ruido extraño alcanzó sus oídos, dejándolo totalmente paralizado.

Con el terror a flor de piel, erizando los vellos de su nuca, avanzó lentamente, pues poner un pie delante del otro se convirtió en el trabajo más difícil de realizar alguna vez, hasta que, un ruido extraño alcanzó sus oídos, dejándolo totalmente ...

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El color abandonó su rostro a la velocidad de un rayo, pues con cada pequeño paso, el sonido se volvía cada vez más contundente.

Y entonces, pudo distinguirlo, era imposible fallar con algo así, estaba completamente seguro, pues una respiración pesada inundó la habitación.

Era ronca, como si el portador usara un tono severo al hablar, otra persona en su posición seguramente permanecería estático o bien, se echaría a correr con el instinto de supervivencia a flor de piel, pero no él, porque de alguna manera, se encontró a sí mismo yendo directo al peligro.

Como un completo imbécil.

Jimin guardó silencio por un buen rato, cuando por fin pudo alcanzar el causante de su miedo, totalmente anonadado al reconocer la ancha espalda, que subía y bajaba al ritmo de la respiración pesada

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Jimin guardó silencio por un buen rato, cuando por fin pudo alcanzar el causante de su miedo, totalmente anonadado al reconocer la ancha espalda, que subía y bajaba al ritmo de la respiración pesada.

Agrandó los ojos, entre sorprendido y confuso

Y es que era tan obvio, porque podía distinguir aquel cabello oscuro cayendo suave sobre la nuca pálida, la camisa de seda negra que muchas veces deseó quitar con sus propios dedos y su voz, aquella que tanto imagino chocando contra su cuello.

Así que, fue imposible detenerse, era como un imán directo a su polo, hipnotizado por la forma en que la mano del hombre se movía en un suave vaivén, sin prisa. Hechizado en los gruñidos leves.

 Hechizado en los gruñidos leves

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El video se reproducía sin pausas en el monitor, pero no se compraba ni un poco ante la vista frente a él

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El video se reproducía sin pausas en el monitor, pero no se compraba ni un poco ante la vista frente a él.

Los hombres en la pantalla tenían cuerpos preciosos, con musculatura bien formada, piel blanquecina y alguno que otro tatuaje, si, muy parecidos a su tipo, pero, no importaba ni una pizca la belleza o la sensualidad que irradiaban a cada movimiento, puesto, Min Yoongi, podía acaparar la atención de toda una ciudad si se lo proponía. Era, sin temor a la duda, mil veces más atractivo que cualquier otro.

Los hombres se besaban y deslizaban sus manos por la piel ajena, casi con desesperación, pero Yoongi giraba su mano sobre si, a un ritmo lento, casi como la perfecta dicotomía de la desesperación de los protagonistas.

De inmediato, el deseo se extendió por su propio cuerpo, como un veneno recorriendo sus venas, célula a célula, acaparando todo, hasta que sintió sus propios pantalones demasiado apretados, que lo llevaron a guiar su mano en dirección a su propia entrepierna.

Y quizás, ni siquiera en sus más locas fantasías se hubiese imaginado algo así, porque no era una de las personas con el mejor presentimiento del mundo, de hecho, se consideraba a sí mismo bastante estúpido en ese aspecto, pero una extraña sensación seguía meciéndose en su mente, como si se forzara a formular una conclusión, como si pudiera decretar el futuro venidero.

Pero entonces, en un pronóstico inaudito, lo escucha claro como el agua, tras un jadeo ronco.

—Jimin...

Su nombre, su jodido nombre, resbaló de la boca ajena.

Yoongi se estaba masturbando. Se estaba masturbando pensando en él.

A little help | Yoonmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora