Con el corazón lleno de determinación, Zephyrion se despidió del sabio monje en el antiguo templo y emprendió su viaje hacia el desconocido. Cada paso que daba, sentía una mezcla de emoción y nerviosismo por lo que le esperaba en su búsqueda de The True Avatar. El aire fresco de la montaña acariciaba su rostro mientras descendía por los senderos rocosos que se abrían paso entre la espesa niebla.
El paisaje a su alrededor era majestuoso y misterioso, con las montañas elevándose imponentes hacia el cielo. Zephyrion admiraba la grandeza de la naturaleza que lo rodeaba, sintiéndose parte de algo más grande que él mismo. Con cada paso, su determinación se fortalecía, sabiendo que solo a través de la superación de los desafíos que le esperaban encontraría las respuestas que buscaba.
El monje le había revelado una visión del universo que iba más allá de lo que había imaginado. El templo, aunque poderoso y sabio, era solo una pequeña pieza en un vasto rompecabezas cósmico. La mente de Zephyrion se inundaba de preguntas y curiosidad, deseoso de descubrir más sobre la intrincada cosmología que el monje había mencionado.
Con cada paso descendiendo las montañas, Zephyrion se sentía más conectado con el universo que lo rodeaba. La brisa acariciaba su piel, trayendo consigo el eco de antiguos susurros y secretos ancestrales. Cada rincón de aquel paisaje parecía tener una historia que contar, y él estaba ansioso por escucharlas todas.
Al finalizar el descenso, el paisaje cambiaba drásticamente. Las montañas daban paso a un vasto desierto que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. El calor abrasador del sol castigaba la tierra reseca, y Zephyrion sentía la sed apoderarse de él. Pero no permitiría que el cansancio o el calor lo detuvieran.
El desierto de Ineira se presentaba como un desafío implacable. Las dunas de arena parecían moverse y cambiar a su paso, creando un laberinto sin fin. Pero Zephyrion avanzaba con valentía, dejando sus huellas marcadas en la arena, decidido a encontrar al demonio Night Goliaths y la gema que tenía en su pecho.
Cada paso en el desierto era una lucha contra la adversidad. El viento soplaba con fuerza, levantando remolinos de arena que amenazaban con cegar su vista. Sin embargo, Zephyrion mantenía su determinación, su mirada fija en el horizonte distante.