Introducción

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—¿Cuántas veces lloraste amargamente recordando aquel día?

—Vianney, por favor... —respondió en un susurro, con una voz herida, cómo una súplica acompañada por unas manos temblorosas y una mirada escurridiza que recorría cielo, tierra y sombra sin mirar a la joven mujer que tenía enfrente.

—Solamente quiero saber ¿No te parece que tengo derecho a preguntar?

—Tienes todo el derecho del mundo, pero yo no puedo responderte. Solo mátame de una vez y acabemos con esto...

Una luz azul cubrió el lugar, impidiendo ver lo que sucedía, aquel resplandor dejó un olor a madera quemada y los lobos comenzaron a aullar al unísono, hasta que Vianney abandonó el bosque.

Un silencio sepulcral se apoderó del entorno, la noche fresca y radiante, transmutó en un aire caliente y denso. Las lunas fueron cubiertas por la densa neblina que opacó la silueta de quien caminaba en una pradera desolada. Los pasos silenciosos sobre el pasto verde, apenas se percibían en las hierbas que se movían.

La noche se apagaba en cada segundo, como una melodía a la infinita nostalgia del amor, de los recuerdos; y de un canto olvidado con el pasar de los años. Vianney corría para alejarse, hasta que una piedra hizo que sus pies trastabillaran; y fue la gota que colmó el dolor y dejó salir su llanto.

Werkinfer de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora