Capitulo I

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Les agradecería que me demuestren que les ha gustado en capítulo con estrellas o comentarios.

— ¡Diosa, me voy al calabozo—gritó Bell mientras corría animado hacia el calabozo.

Hestia al verlo sonreír, no pudo evitar hacer lo mismo. Pensó en lo mucho que él se esforzaba día a día y concluyó que sería bueno que tomara un descanso, pero con lo animado que era, no le molestaba pasarse horas dentro de la mazmorra.

Con el pasar del tiempo, Bell ya se encontraba un par de pisos bajo tierra. Se sobresaltó al oír unos ruidos dentro de un pasadizo oscuro, y cuando la figura emergió de las sombras, se vislumbró un gran minotauro con su espada arrastrándose por el piso, dejando una línea de corte en esta.

"¿¡Qué hace un minotauro en este piso!?", pensó.

Por mucho que él se esforzara, un maldito minotauro no estaba dentro de sus capacidades, era un enemigo imposible de vencer a estas alturas, la única opción que le quedaba para salir en una pieza, era... huir.

Corrió a tropezones por el camino, pero al momento en el que gritaba, una pared se descubrió en su frente, su situación no podía ir peor. El minotauro ya se encontraba a unos pasos cuando él decidió aceptar su destino, tragó saliva y con los dientes rechinando, cerró los ojos.

En el último momento, su boca artículo lo que creía que sería su última palabra:

— "Que alguien me salve..."

En el mismo instante en el que terminó de decir su frase, una joven encantadora de pelo amarillo apareció como si hubiera respondido a su llamado. Sostenía su espada con destreza y al mismo tiempo consiguió dar batalla con el minotauro, aunque "batalla" sería una exageración, era más bien un jugueteo.

Luchaba con movimientos elegantes, como si de una danza se tratara. Y todo ese espectáculo terminó con una espada clavada en el pecho del gigante minotauro. También seguido de ese ataque una salpicadura de sangre cayó sobre Bell, dejándolo completamente lleno de sangre.

— ¿Estás bien?—preguntó la chica.

Bell titubeó un poco y luego dió su respuesta.

— Estoy bien... Temía lo que hubiera pasado si no estuvieras cerca mío.

Al verla a la cara, pudo reconocerla. No se trataba de nadie más que "La princesa de la espada", Ais.

— Te ves más linda de cerca—soltó un comentario accidental en voz alta.

Un pequeño sonrojo apareció en las mejillas de Ais, como si ese halago no fuese uno más del montón, y fuera algo especial que le llegó al corazón.

— Supongo que ya estás a salvo, me retiraré—quiso terminar la situación algo incomoda que había iniciado hace apenas unos minutos.

Antes que de que la chica se retirara, no pudo evitar pedir una última cosa:

— ¡Tengamos una cita!

Inmediatamente se dió cuenta de lo vergonzoso que había dicho, y su cara se había enrojecido a más no poder. En lo profundo de su ser deseaba un si como respuesta, pero pensándolo de manera más lógica, no creía tener oportunidad.

Ella era una persona conocida por sus increíbles habilidades e incluso por su belleza, era notable la cantidad de pretendientes que podría tener. Mientras que él era solo un miserable aventurero de nivel uno que estaba cubierto de sangre de minotauro que ella misma tuvo que encargarse al escuchar sus lloriqueos. Estaban en categorías muy diferentes.

Pero no hubo respuesta alguna por su parte, ella solo se limitó a dar media vuelta y desaparecer en la oscuridad.

Pasado ya un tiempo, Bell salió de la mazmorra, y su memoria le dió una mala pasada y cubierto de sangre lo hacía ser el centro de atención. Tras varios minutos de caminata, llegó al gremio y saludó a su tan querida encargada.

— ¡Buenos días Eina!

Ella se veía extrañada, a la vez que asustada por las pintas que traía su aventurero.

— Tienes sangre por todas partes...

Bell se rascó la cabeza, recordando lo mucho que había caminado y la cantidad de personas con las que se había cruzado. Sin duda al día siguiente sería la burla entre la gente.

— Disculpa, me tomaré un bañó primero—dijo despidiéndose y dejando el gremio atrás.

Luego de un largo baño, las manchas de sangre desaparecieron de su cuerpo. Y el camino de regreso al gremio no podía ser más incómodo que el que se estaba presentando en ese momento: muchas personas al verlo soltaban unas fuertes carcajadas al reconocerlo.

Estaba muy avergonzado, tanto que quería desaparecer del ojo público inmediatamente. Y con cada paso que daba, el siguiente lo hacía más rápido a tal punto que llegó a correr lo más rápido que pudo.

El camino de regreso fue doloroso, pero con el paso del tiempo ya se encontraba protegido dentro de las paredes del gremio.

— Hoy te has comportado de forma extraña, cuéntame lo que ha sucedido.

— Bueno... digamos que en un momento de incompetencia me ví acorralado por un minotauro y luego una chica linda me salvó.

Eina se mostró sorprendida.

— ¿Enserio? ¿Y de quién era esa tal chica linda?

— Fue un encuentro muy oportuno, y todavía considero la probabilidad de que haya sido un sueño, pero... se trataba de Ais.

Fin del capítulo

Sí, sí, me dió por reescribir el primer capítulo. Quiero mejorar la calidad de esto, y viendo las tonterías que había escrito antes, me siento igual de avergonzado que Bell. Planeo reescribirlo todo y así llenar las incongruencias y eliminar toda la mierda innecesaria. ¡Saludos!

Aiz, serás sólo mía! (Cap 14)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora