Déjate de tonterias.

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Miro por unos segundos a la chica la cual se encuentra justo en frente mío, mientras pienso que responder. Parecía una buena persona, así que me limito a asentir. No creo que sea bueno que una chica esté sola en la calle, es mejor tener a un acompañante, aunque ni siquiera sepa como se llama 

—Ven conmigo. — Se da la vuelta y empieza a caminar animada junto a mi.

Le sigo y me lleva a un parque, con una fuente en medio, el mismo del que procedía la música. Hay demasiada gente, todos están bebiendo o fumando, pero sobre todo bailando. Me siento un poco fuera de lugar, llevo una mochila y una maleta conmigo, se nota que me he equivocado de sitio. Mirando alrededor encuentro un banco, avanzo hasta él y me siento en él.

Cierro los ojos fuertemente, la música está demasiado alta y cada vez me duele más la cabeza.

Lo del compromiso fue algo que me impactó, no lo esperaba. Y sigo sin saber como ahora estoy en una fiesta en un parque con gente que no conozco, donde todos están drogados y borrachos.

Ay Dios, Leah, déjate ya de excusas ¿Por qué tenerle miedo a un montón de adolescentes pasándola bien? Bueno, hay muchas razones, pero ninguna para irme ¿No? Por fin puedo vivir, vivir como todos los chicos normales de mi edad lo hacen.

Siendo sincera, me hubiera gustado nacer en una familia "normal y corriente", sin tantas restricciones, sin tanta riqueza, sin tantos requisitos al crecer...

A lo lejos, consigo ver a la chica rubia de antes hablando con un chico alto de pelo castaño. Los dos me miran mientras hablan, y parece como si fuera sobre mí. Creo que lo mejor será irme, ¿Y si saben quien soy y que acabo de escaparme de casa?

Reacciono, agarrando mis cosas rápidamente mientras me levanto y me voy lo más deprisa que puedo.

¿Lo peor? (a parte de estar sola por la calle en mitad de la noche)

Que aquel chico me está empezando a perseguir.

Yo seguí corriendo y el chico sigue detrás mío, hasta que llega un momento en el que me consigue alcanzar.

—¿Qué quieres? —Le pregunto, hiperventilando por haber corrido con todo mi equipaje encima. Lo miro con desconfianza y un poco de miedo.

En un momento mi miedo desapareció. Ya estoy cansada de andar, tengo bastantes ganas de sacar mi ira y mandar a alguien a la mierda.

—Te he visto en la fiesta, y no parecías estar pasando por un buen momento, mi amiga Vic te encontró caminando sola, es extraño que alguien como tu ande sola a estas horas. —dice el chico, con un tono preocupado.

—¿alguien como yo?, y porque sería extraño que una mujer camine sola por la calle ¿Nunca has visto a ninguna mujer andar sola por la calle? —Le pregunto, nerviosa e intentando ser irónica.

—Si, tienes razón, no es nada raro ver a una chica a estas horas de la noche, por la calle, sola, llorando, con equipaje y usando ropa de marca. — dice seguro mientras cruza sus brazos.

—¡Igualmente no me podrías ayudar! — Digo mientras me doy la vuelta una vez más. Decidida empiezo a caminar recto, sin destino alguno.

—¡Espera! –Gritó el chico. —¡Si te puedo ayudar, estoy igual que tú!—Vuelve a gritar desesperado.

Me paro en seco y doy la vuelta.

—¿A qué te refieres con eso? —Le pregunto extrañada.

—Somos un grupo, un grupo de personas que no tenemos donde ir. Vivimos en un sitio al que llamamos refugio, nos cuidamos entre todos y somos libres. — Me explica.

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