fachada

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Rashta se recostó en la cama, abrazando un cojín y mirando un cuadro de delicada belleza en un fino camisón de lavanda. Tumbada a su lado estaba Sovieshu, que pasaba sus dedos por su suave cabello plateado.

“El Príncipe Heinley es conocido por su crueldad y por ser un mujeriego. No confíes tan ciegamente en la gente de ahora en adelante”

“Rashta no sabía…” voltio a mirar hacia otra parte que no fuera sovieshu

“Está bien. Cualquiera puede cometer errores. Solo no cometas el mismo error en el futuro, de acuerdo?”

“Si. Pero esto no es culpa de Rashta, verdad?”

“Por supuesto que no. Fue ese hombre quien causó un alboroto”

Rashta apoyó su cabeza contra el hombro de Sovieshu. Pensando como remediar lo sucedido

“Pero me alegro de que Su Majestad protegiera a Rashta”

“Yo también me alegro. Espero que te sientas mejor”

“Mañana es el banquete especial! Relajémonos y socialicemos con la gente! Yo.. quiero ser amiga de la Princesa Soju”

Rashta sonrió y palmeó el cojín como un tambor. Sovieshu, que normalmente habría sonreído por su adorable comportamiento, era como una piedra.

“Qué sucede, Su Majestad?”

“Tú…”

“Su Majestad?”

“Rashta, no podrás asistir al banquete especial de mañana.”

Rashta miró fijamente a Sovieshu con los ojos bien abiertos. Se sintió avergonzado después de darle la noticia inesperada, excepto que esa no era la forma en que debía ser.

“Qué? Por qué, Su Majestad?”

“Solo puede haber veinte invitados especiales”

“No puedo ser uno de ellos?”

“La Emperatriz y yo invitamos a diez personas cada uno, y ya hemos enviado las invitaciones…”

“Puedes ser flexible y añadir uno más…”

“Pero Rashta. En el momento en que somos flexibles, el banquete especial se vuelve menos especial.”

Rashta hizo una expresión de asombro y sin pestañear ante su negativa, por lo que Sovieshu se sintió obligado a explicar.

“Como dije, es solo para los invitados. No sé por qué crees que cambiaría de repente”

“Rashta es tu concubina. Tu dama. Rashta pensó que podía ir sin ser invitada … Deberías haberla invitado también”

La cara de Rashta estaba roja mientras lloriqueaba.

“Oh Dios, Rashta”

Sovieshu sacó un pañuelo y secó las lágrimas que habían brotado en sus ojos. Pero las lágrimas se juntaron de nuevo, y el pañuelo fue inútil.

“De verdad quieres ir?”

“Les dije a todos en la cena que iría al banquete especial y compartiria con la emperatriz y la princesa soju”

“….”

Sovieshu frunció el ceño.

“Deberías haberme preguntado”

“Es extraño preguntar. Además, Su Majestad llevó a Rashta a cenar con los invitados especiales, así que por supuesto Rashta pensó…”

“Es mi culpa”

caprichos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora