Encuentro.

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Dar con la muggle que había conquistado a uno de sus hombres más leales, fue realmente fácil.

Fue algo de suerte haber averiguado algo con la chiquilla que habia sido la aprendiz de Rosier. Cabe aclarar que al principio se resistió a dar alguna información acerca del pequeño amorío de Rosier, no obstante, Lastrange se aseguró de obtener la información que necesitaba.

Se rió de la situación tan absurda que hasta ahora mismo presenciaba, ella, Adhara Black con un evidente enamoramiento con vampiros que lo más probable era que su ascendencia fuera muggle, haciendo distinción, cuando su situación era igual o peor en su relacion amorosa.

Más sin embargo ella se trataba de convencer que eso era realmente indiferente e igualmente se mantenía impasible ante la idea de la pureza de la sangre. Después de todo ella tenía en cuenta que la mayoría de los sangre pura que se jactaban de serlo, eran iguales a la mayoría de magos y brujas... Comunes y corrientes... Sin ninguna diferencia del resto. Claro, a ella le gustaba ver como algunos se tomaban en serio sus palabras... Solo les seguía el juego cuando se trataba de los sangre pura e igual jactaba ser lo que ellos proclamaban. Ella solo decía lo que ellos querían escuchar.

De igual manera la única opinión que compartía con la aristocracia de magos, era la evidente superioridad de los magos frente a los muggles.

Desde pequeña ella los había visto como inferiores, animales de carga, que solo hacían lo que sus instintos dictaban.

Aunque no lo admitiera utilizaba la excusa para reunir un poco más de seguidores, (con precaución claramente), después de todo no quería llamar la atención del mundo mágico, no todavía por lo menos.

Lastrange se había adelantado a ella e iba en busca del traidor, algo que le desagradó un poco debido a que quería tratar el asunto personalmente.

-¿Mi señora?-. Preguntó Adelaide, una seguidora suya que era de orígen alemán y por supuesto sangre pura. La chica era algo desquiciada pero le servía de sobremanera.

-Hazte cargo de la... Niña -. Ordenó a la mujer al deslumbrar la casa de la muggle. -No quiero ningún inconveniente. Háganse cargo de los curiosos-. Les orden a los demás magos que la acompañaban. Los demás asintieron a sus palabras.

De momento para otro sus facciones cambiaron. Su cabello azabache cambio a pelo espeso de color marrón leve, mientras qué sus ojos se volvieron marrones y sus facciones cambiaron notablemente. Tocar en la puerta fue necesario para que la mujer de Rosier saliera.

La mujer se vió confundida cuando vio a la mujer de aspecto atractivo. Una mujer que nunca había visto en su vida.

Su porte era aristocrático y su mirada... Nunca había visto a una mujer con la mirada fría como el hielo y al mismo tiempo inexpresiva con temple.

Adhara sonrió falsamente.

-Madame-. Saludó Adhara ocasionando que la mujer reaccionará y quedará encantada al escuchar la voz más sedosa y cautivadora que había escuchado.

-Buen día -. Saludó al instante. -¿Qué se le ofrece?-. Preguntó.

-Muchas cosas, en realidad -. Le dijo con seriedad. -Soy del Ministerio Británico, Mi nombre es Hermione Granger, compañera del jefe de aurores. Vine por el hombre que mantiene una relación con usted. Amycu Rosier-. Mintió audaz, la mujer se asombró al escucharla, sus dedos temblaron al reconocerla debido a la explicación de Amycu.

-Y...yo... No se quién es-. Dijo temblando.

-Mentir no sirve de nada, señorita -. Le contestó Adhara sonriente. -¿Sabe que con una poción sería suficiente para obtener lo que deseamos?-. Le preguntó. La mujer se tambaleó al escucharla.

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