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— Beth, no lo puedo creer, lo siento tanto.

Elizabeth tuvo suerte de encontrarse con Jenny; esta estaba llegando a su sala común al mismo tiempo que ella. Después de decirle que necesitaba hablar, ambas entraron a la sala común de Slytherin y se sentaron en una esquina para que nadie las molestara y pudieran hablar. Mientras ella le contaba todo, saltándose su intento de saltar de la torre de astronomía, la rubia la escuchó todo el tiempo, tranquila, en silencio.

— Me dijeron que estabas preocupada por mí, y siento preocuparte. No creo estar bien con solo contarlo, pero...

Ni siquiera terminó de hablar porque la rubia la abrazó, y sorprendida le devolvió el abrazo sin dudarlo.

— Tómate el tiempo que necesites. Estaré aquí. Sé que no somos amigas desde hace mucho tiempo, pero quiero ayudarte. Así que, por favor, la próxima vez que te sientas como estos meses, acércate a mí. Te escucharé, te daré consejos, haré que olvides el mal momento, pero jamás te juzgaré — en ningún momento la soltó, era como si le diera miedo hacerlo.

— Ya veo, eso... lo agradezco — rompió el abrazo y la vio —. Gracias. No soy buena hablando de mis sentimientos. No es algo que se me dé bien. Entonces, pido perdón de antemano si vuelvo a hacer algo como los últimos meses. Intentaré no hacerlo.

Jenny ni siquiera se sintió mal cuando le dijo eso; de hecho, la entendió a la perfección. Ella era igual a veces; hablar sobre cómo se siente le cuesta demasiado trabajo. Por lo tanto, muchas veces ella solo se burla de sus tragedias y sigue adelante. Ella cree que sus problemas son solo suyos, y que los demás tienen peores problemas como para preocuparse por ella.

— ¿Y ahora qué harás? ¿Casarte? Porque déjame decirte que no estás sola. Puedo ayudarte.

— Yo... no creo que pueda casarme, o al menos con él. Draco dijo lo mismo de ayudarme, pero ahora, ni siquiera sé qué hacer — tomó una galleta de la pequeña mesa y la comió —. Pero no importa qué haga, el destino quiere esto para mí, así que yo creo que no pelearé y simplemente lo haré.

— Beth, no. Tú mereces ser feliz, y claramente no lo serás con ese idiota. Déjame ayudarte — le suplicó.

— Está bien, tal vez no sea tan malo. Mi mamá es feliz a pesar de que se casó con alguien como mi padre, así que estaré bien — le sonrió —. Siempre lo estoy.

— No importa lo que digas ahora, si en el futuro necesitas ayuda, yo estaré ahí para sacarte de ese lugar.

Elizabeth se rio ligeramente mientras veía a su amiga. A pesar de que ella lo dijo con una gran seriedad, la misma que Draco le había dado en la torre de astronomía, Elizabeth seguía creyendo que no debía confiarse. La situación con Cedric le hizo darse cuenta de que las cosas cambian de una manera tan rápida, y tal vez ahora ellos estarán para ayudarle, pero en un futuro puede que ninguno esté, y ella tenga que valerse por su cuenta. Por lo que en su mente, lo mejor era aceptar su destino, el destino que todo Avery tiene. No había necesidad de pelear al respecto.

𝐓𝐡𝐞 𝐀𝐫𝐭 𝐨𝐟 𝐖𝐚𝐫 𝐚𝐧𝐝 𝐋𝐨𝐯𝐞 || 𝐅𝐫𝐞𝐝 𝐖𝐞𝐚𝐬𝐥𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora